El Ojo Crítico: “White lines”

Noche, vértigo, Ibiza... y poco para rescatar.

30 May 2020
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DEL CREADOR DE “LA CASA DE PAPEL”. “White lines” navega entre géneros sin encontrar identidad.

REGULAR

SERIE / POR NETFLIX

La pregunta queda flotando cuando uno termina de ver “White lines”. Si no fuera por el paradisíaco paisaje que envuelve a la serie, Mallorca para ser exactos, ¿habría algo más para rescatar de la última aventura del realizador español Alex Pina, autor de las exitosas “La Casa de Papel” y “Vis a Vis”? Y aunque la serie se mantiene entre las cinco más vistas durante el último mes de Netflix, la respuesta es no. Y es no simplemente porque Pina (y los directores que convocó) armaron una melange de temas, idiosincracias, idiomas y actores de la que les fue imposible salir a lo largo de los 10 capítulos.

Vamos por partes. “White lines” (título con múltiples interpretaciones también) comienza como un policial. En una zona desértica de Ibiza (si, ya dijimos que se filmó en Mallorca, pero se recrea Ibiza), aparece momificado el cuerpo del famoso DJ Axel Collins (Tom Rhys Harries), desaparecido 20 años antes. Su hermana Zoe (Laura Jane Haddock) sufrió durante todo ese tiempo la pérdida y decide investigar el crimen. Listo, tenemos un policial. Pero no.

La serie gira entre dos países. Es una producción entre el Reino Unido y España. La familia de Axel y Zoe es de Manchester, y los principales sospechosos, de Ibiza. Entonces se generan diálogos en el que uno habla inglés, y el otro contesta en español. Y así todo el tiempo…

Los constantes flashbacks que repasan la vida de Alex, un verdadero revolucionario musical, muestran la vida nocturna de una isla llamada a ser el paraíso de la diversión, donde el descontrol se vive las 24 horas y no hay reglas. Listo, tenemos una serie adolescente. Pero no.

En medio de la “investigación” salen a la luz los problemas entre los miembros de las familias, las amistades, las traiciones y alianzas anteriores y actuales relacionadas con el manejo de las discotecas y del poder en la isla. Buenísimo, tenemos un culebrón familiar como los de antes, pero no.

Como no podía ser de otra forma, el poder entre los traficantes en la isla, con varios de los protagonistas implicados está al orden del día. Genial, una película de narcos, pero…

Zoe, una mujer casada y con una hija, rápidamente cae en el embrujo de Ibiza, y su vida se desbarranca capítulo a capítulo, mientras intenta saber quién mató a su hermano. El enigma, obviamente, se revela en el último episodio. Pero hasta entonces ya son tantas las cosas que pasaron que la solución parece traída de los pelos.

Pina intenta copiar el estilo de Pedro Almodóvar: los colores, el vértigo, los personajes frikis... Pero el manchego no sólo sabe combinar todo esto a la perfección, sino que suma la potencia de sus guiones. Pina carece de ese elemento fundamental. Así y todo, lo que toca lo convierte en un éxito. “La Casa de Papel” es el mejor ejemplo. Y sí, para más datos, la última escena de “White lines” deja todo servido para una segunda temporada. Hay gente que no sabe lo que son los puntos finales.


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