Hidroponia: cómo hacer una huerta diferente
Un biólogo tucumano nos cuenta el paso a paso. Podés armarla en cuarentena con lo que tenés en casa y sin riesgo de dengue.




Si lo pensás dos minutos, es la solución para varios problemas: cultivás tus propias verduras en poco espacio; utilizás 90% menos de agua que con plantas tradicionales y aprovechás para criarlas en muchos recipientes que, de otra manera, seguramente irían a parar a la basura.
“Además, es tan sencillo... Se puede hacer con los chicos; con los abuelos; incluso personas con problemas motrices pueden, porque no demanda mucho esfuerzo físico. Y tiene un componente artesanal muy importante”. Es un mensaje de voz de Whatsapp, porque estamos haciendo la nota en cuarentena para cuidar la salud de todos. Lo mandó Federico Bonilla, egresado de la Escuela de Agricultura de la UNT, bioquímico (también de la UNT), doctorado en Ciencias Biológicas y especializado en embriología clínica. Y está hablando de hidroponia, que, literalmente, “significa trabajo en agua (hidro-agua y ponos -trabajo). “Pero es una definición incompleta, ya que las plantas para poder llevar a cabo su ciclo biológico necesitan 13 elementos y el agua de la canilla no viene con todos ellos”, explica. “Hace 30 años me dedico a la hidroponia y trabajo en reproducción asistida hace 16. Como verás, me encanta hacer germinar vida”, bromea.
INTERCONEXIÓN. Todas estas macetas derivan su “sopa” sobrante hacia el contenedor blanco de la izquierda.
“Como buen egresado de Agricultura me gustan las plantas: entré a la escuela porque quería ser agricultor, como mi viejo. Hoy soy agricultor con guardapolvo -agrega, feliz, por teléfono-. Tuve excelentes maestros en la escuela y algunos fueron vectores de cambio para mí. Uno fue Walter Tell, profesor de Química Analítica, además de un gran tipo. En su laboratorio tenía una planta de tomate creciendo en una solución. Y quedé enganchado con esta técnica de cultivo”.
La técnica
Se trata de cambiar una palabra, y -como ocurre muchas veces en la vida- que eso lo cambie todo. Es considerar la agricultura (o la jardinería) cultivo sin el suelo, en lugar de cultivo en el suelo. Y la falta de espacio no es argumento, aquí no hay excusas: casi cualquier lugar que tenga luz (como las ventanas de un departamento) es bueno. “Alcanza incluso con tres o cuatro horas de luz artificial blanca, para que no libere calor”, señala Federico.
El otro secreto está en la solución nutritiva: “el agua de la canilla contiene varios minerales necesarios (el sarro que se forma en el fondo de la pava es la demostración de ello); pero para el cultivo se le deben adicionar unas sales”. “Existen diferentes formulaciones; yo uso desde siempre la más simple, que se prepara con sulfato de magnesio, nitrato de calcio y fosfato de potasio -explica Federico, que como además de “germinólogo” es docente, en esta nota nos llevará paso a paso a nuestro primer cultivo hidropónico-. Las sales no son caras (nitrato de calcio $400; fosfato de potasio $400; sulfato de magnesio $300, todas por kg) y se consiguen en las agroquímicas”.
No te preocupes: también nos dará la “receta” de esta “sopa” nutritiva.
Primer paso
Lo primero es germinar las semillas, lo que puede hacerse con la técnica tradicional (en tierra) o también con hidroponia. Para esto pueden usarse, por ejemplo, “rodajas” de esponja (1 centímetro de espesor). “Le hacés a cada un cortecitos en cruz con una trincheta, cada cuatro centímetros, y ponés allí las semillas. Luego colocás la esponja en contacto con agua en un recipiente, como si fuera una tapa (para que no quepan mosquitos) y todo en el jardín, el balcón o junto a la ventana -explica-. Allí tienen temperatura y humedad para brotar”. Hagamos de cuenta que ya está (hicimos germinadores en la escuela); ahora viene lo nuevo.
Segundo paso
Tomar el recipiente elegido (oscuro, mejor, para proteger las raíces de la luz) y hacerle una perforación; esto es fundamental (puede ser una maceta comprada, pero la idea es que además reciclemos). Lo siguiente es poner en el recipiente el sustrato, que será el sostén de las plantas.
“Se pueden usar muchas cosas: carbón molido, trocitos de gomaespuma, aserrín, bagazo, arena (pero es muy pesada, no es lo mejor)... Lo importante es que mantengan la humedad. Yo muelo los pedacitos de carbón que me quedan después de un asado”, cuenta nuestro maestro, la voz se le llena de risa de nuevo y luego aclara: “hay varias maneras de hacer los cultivos. Depende de la escala, del espacio, del tipo de planta...”. Pero no importa qué tipo se elija, hay una combinación indispensable. Y para ello primero debemos hablar de riego.
Tercer paso
En general las plantas necesitan su “sopa” todos los días; a lo sumo cada dos: “depende de la temperatura y de la humedad ambiente: se riega como para inundar”, especifica Federico. Y aquí viene lo de la combinación: “la tercera clave es que el sustrato absorberá sólo el líquido justo y necesario. El excedente drenará por el orificio de la maceta, que -dijimos- es fundamental, pero no se desperdicia, se reutiliza; hasta 10 días puede servir”, explica. En síntesis: hay que recoger el líquido y evitar que se contamine con insectos, incluidos -hoy, sobre todo- los Aedes aegypti que nos tienen a mal traer. Con estas premisas claras podemos elegir cómo queremos armar nuestros cultivos.
La opción más simple es usar una maceta por cada planta, acomodada de modo que actúe de tapa del receptáculo que colectará el líquido sobrante.
MANO ALZADA. Así dibujó Federico cómo armar la maceta hidropónica.
Pero hay otras alternativas, que Federico explica con fotos para que sea más claro. Mientras vayas consiguiendo lo que podés necesitar, permitite soñar con el sabor de tus lechugas, tus tomates, tus especias... Esas que ayudarás a crecer con tus propias manos.
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