Ficción autobiográfica de Zelda Fitzgerald

Una de las mejores novelas sobre el exilio literario norteamericano.

28 Jun 2020
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LAS FRONTERAS. La novela reflexiona sobre sobre ese lugar poroso, tan particular de las mujeres como sostén del marido e intermediaria de los hijos.

NOVELA

RESÉRVAME EL VALS

ZELDA FITZGERALD

(La tercera editora - Buenos Aires)

La historia de la literatura es un campo en constante transformación. De un tiempo a esta parte, ha comenzado a ponerse en cuestión el lugar indiscutido de algunos nombres y a dejar asomar otros (en este caso, otras) que, por motivos que nada tienen que ver con la calidad literaria o la experimentación en la escritura, habían quedado ocultos. Resérvame el vals, la única novela publicada por Zelda Sayre Fitzgerald, es una muestra evidente de ambas cosas, y la ocasión de dejar de ser la musa alocada del gran escritor para convertirse en autora.

Escrita en 1932 durante su permanencia en el hospital psiquiátrico de Baltimore por un diagnóstico de esquizofrenia, esta novela, decididamente autobiográfica, nos muestra a su protagonista desde su adolescencia en un pueblo de Alabama, de donde sale eyectada para casarse con una promesa de las artes plásticas rumbo al “exilio” parisino donde experimentará el vértigo de los agitados años 20 e intentará ser reconocida como bailarina clásica.

Escrito con una prosa trabajada con arabescos y descripciones de la naturaleza que recuerdan las imágenes art nouveau de Alfons Mucha, se revela como una de las mejores novelas sobre el exilio literario norteamericano, cuando París era literalmente una fiesta, los egos crecían junto con la fascinación por los dólares venidos del Nuevo Mundo que alimentaban a la desnutrida Europa y matrimonios como los de Francis Scott y Zelda inauguraban el modelo de pareja explosiva que dominó la escena artística a lo largo del siglo.

Con una mirada que, pasada por el lente del feminismo, reflexiona sobre ese lugar poroso y permeable, tan particular de las mujeres como sostén del marido e intermediaria de los hijos, recuerda algunos de los mejores textos de Virginia Woolf sin perder el tono que dominó la literatura del sur de EE.UU., donde la familia puede ser el polvorín en el que descansan las tradiciones más arraigadas.

Los años de las vanguardias clásicas fueron aquellos donde los artistas persiguieron la utopía de fusionar el arte con la vida. Una década más tarde la política irrumpió violentamente para desarmar cualquier pretensión innovadora. En medio de este torbellino Zelda vivió, amó, creó y padeció una dura enfermedad mental, que no le impidió escribir una obra donde abunda la reflexión sobre el arte, la creación artística y las relaciones amorosas. Un testimonio muy lúcido sobre la época que le tocó vivir y de la que fue, sin dudas, protagonista.

© LA GACETA

María Eugenia Villalonga

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París
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