Viajes diferentes: con un vuelo previsto para 2023, vuelven los dirigibles

Una empresa relanza el sistema que hizo furor a comienzos del siglo XX. Livianos y ecológicos.

16 Jul 2020
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EL PASADO QUE VUELVE. El Airlander 10 durante un vuelo de prueba.

“Mirar hacia atrás para avanzar”. Así describe Gonzalo Gimeno, director de una agencia de turismo de lujo española, el proyecto de la empresa sueca Ocean Sky Cruises (OSC). La firma pretende llevar al Polo Norte en 2023 un dirigible con pasajeros y resucitar esos gigantescos globos de helio como medio de transporte viable, especialmente en tiempos pospandemia, casi un siglo después de su desaparición, informa el diario “El País”, de España.

“Un proyecto como este busca un efecto mundial en el sector del transporte de pasajeros. La clave es la sostenibilidad -agrega Gimeno, que forma parte de OSC-. Actualmente, para viajar en avión estás obligado a conectar mediante aeropuertos, que son infraestructuras masificadas y caras. En cambio, este aparato aterriza donde sea: un prado o hasta en el agua. La autonomía de vuelo es de tres días; al ser muy liviano, gasta muy poca energía, es supereficiente. Utiliza motores diésel, generando un 75% menos de emisiones que una aeronave equivalente, y puede recorrer 3.000 kilómetros”. Y como si fuera poco, agrega que en un momento dado se podrían hacer dirigibles de 50 o 100 pasajeros. “Es un proyecto pionero con el que podrías hacer un trayecto de Namibia a Mozambique sin necesidad de aterrizar”, ejemplifica.

Los pioneros

El proyecto de OSC prevé que el vuelo inaugural dure 36 horas, partiendo de la ciudad noruega de Longyearbyen, en la isla de Svalbard. Viajarían siete tripulantes y 16 pasajeros que habrían pagado 90.000 euros por cabina para dos personas. Las preinscripciones están ya abiertas.

Resurrección

Los dirigibles vivieron su era dorada entre 1912 y 1936; eran aeronaves lujosas que recorrían distancias en ese tiempo imposibles para los aviones. Pero el incendio del Hindenburg, en 1937, cuando llegaba a Nueva Jersey desde Alemania, fue un golpe que no pudieron superar, y la competencia, las incipientes empresas de aviación, aprovecharon para alimentar el miedo.

Era un miedo injusto (como si los aviones no se cayeran de tanto en tanto): su predecesor, el Graf Zeppelin, había volado más de un millón y medio de kilómetros. Y en sólo un año (antes de su accidente) el Hindenburg había recorrido 308.323 kilómetros; transportando 2.798 pasajeros y 160 toneladas de carga, y cruzado 17 veces el Atlántico (10 a EE.UU. y siete a Brasil). En julio de ese año batió un récord: cruzó dos veces el océano en cinco días, 19 horas y 51 minutos. No eran más peligrosos, pero sí más lentos, y fue el remate en un mundo obsesionado con la velocidad.

La nueva normalidad

Pero luego del coronavirus -se sabe- las necesidades de los viajeros, al menos de algunos, serán otras, y los dirigibles pretenden convertirse en una forma revolucionaria de transporte.

El dirigible de la nueva era será un Airlander 10, la aeronave más grande del mundo, un modelo híbrido que combina características de los aviones de ala fija y de los helicópteros, con la elevación estática por helio. Fue originalmente desarrollado en 2010 por el Ejército de EE.UU. como plataforma de vigilancia, reconocimiento y transporte de carga, y se puede sostener en vuelo durante días.

Cuando las fuerzas armadas estadounidenses abandonaron el proyecto, la empresa británica Hybrid Air Vehicles (HAV) compró el prototipo para llevárselo a Reino Unido. Tras seis vuelos de prueba el Airliner 10 entró en producción en enero. ¡Ya falta poco!

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