Con fuertes medidas de protección reabre la Cueva de Altamira en España

Restricciones para recorrer un sitio clave para conocer el pasado. Debate sobre el significado de las pinturas.

26 Jul 2020
1

POCOS VISITANTES. Cinco personas por semana podrán recorrer la cueva. reuters (archivo)

Gran parte del arte vive su confinamiento desde hace años. Mudo, sin quejarse, ha tenido sus propias pandemias. Y sigue condenado a más de 100 años de soledad. Pero vale, porque ha sido en defensa propia, en definitiva.

La noticia es que en tres semanas, la Cueva de Altamira se reabrirá al público. Pero será de un modo que las actuales restricciones que vivimos parecerán nada: podrán ingresar solo cinco personas a la semana, por 37 minutos y con tiempos de permanencia definidos para cada una de las estancias del recorrido. Además, existe la obligatoriedad de usar trajes enterizos desechables, gorro, tapabocas grandes y un calzado especial.

Vale aclarar que tanto cuidado, protección y prevención es para proteger a los dibujos y pinturas y no a las personas. La directora del Museo de Altamira, Pilar Fatás, le contó a la agencia EFE que cualquier cierre y reducción de accesos a la Cueva de Altamira, y a cualquier otra cueva con arte rupestre, sin duda alguna mejora su estado. “No se vería quizás de manera inmediata, pero sí en el largo plazo, por supuesto. Las cuevas son lugares frágiles, en particular la de Altamira. Cualquier modificación de los parámetros medioambientales le afecta. También el acceso de personas a su interior”, informó.

Las pinturas rupestres descubiertas por azar en 1868, fueron declaradas patrimonio de la humanidad; pertenecen al período paleolítico. En las 25 imágenes más famosas se representan o presentan bueyes, ciervos y caballos dibujados con carbón y luego pintados en el techo.

Aún hoy, no son pocas las cosas que se desconocen de lo que en la actualidad llamamos arte rupestre. Advierta el lector que si todavía se debate qué es el arte, cómo no dudar de lo que con más seguridad se trata de un ritual. Algunos historiadores señalan que en las tribus ancestrales la pintura de un animal formaba parte de la caza misma. La representación y la captura integraban el mismo acto. Pero, las teorías al respecto no han concluido, como tampoco las razones por las que esas imágenes se encontraban o demasiado bajas o bastante altas del piso.

Clima interno

La presencia humana aumenta la temperatura y la humedad del ambiente; y facilita el desplazamiento y condensación del agua del aire, que contiene bacterias, sobre las pinturas, indican los expertos conservadores.

Delicadas y vulnerables, son el precio de una existencia que lleva miles de años. Las visitas obligan a la exposición continuada a la luz (para iluminar el paseo de los concurrentes) favorece la reproducción de comunidades bacterianas y de algas sobre las pinturas y las estropean, como sucedió en la Sala de los Polícromos en los años 70, cuando la cueva recibió cientos de miles de visitas, recuerda EFE.

Hace un mes se reabrió la neocueva, pero la reapertura de la cueva original está prevista para el 15 de agosto. “La Cueva tiene una serie de riesgos. Los bisontes están pintados en un techo, el techo de los Polícromos. Es una cavidad y en las cavidades hay lógicamente circulación. La humedad persiste así como el medio grado más de temperatura”, precisó la directora del museo.

Paradójicamente, la respiración de los hombres y las mujeres provoca un gran daño en la que es llamada la Capilla Sixtina del arte rupestre. Para unos es vida, para otros, un daño irreversible.

El fresco de Da Vinci

La Cueva de Altamira ha sido y es la más protegida, pero no la única. Cada tanto, las históricas obras de arte ingresan a terapia para su limpieza y restauración.

El fresco de Leonardo Da Vinci, “La última cena” instaló el año pasado un sistema de climatización para limpiar el aire de los más de 1.300 visitantes diarios. Según las autoridades, este sistema alargará la vida de esta pintura unos 500 años.

Comentarios