El reloj interno: cómo se producen los ritmos biológicos durante la cuarentena

Invitan a formar parte de un estudio sobre los cambios del ritmo de vida durante el aislamiento.

12 Ago 2020
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RUTINA. Las actividades diarias ponen “en hora” el reloj biológico.

“El aislamiento se asocia con cambios en los patrones de exposición a la luz y en nuestras actividades cotidianas. Nos exponemos menos a la luz del sol (porque estamos en nuestras casas), más a la luz artificial y a pantallas de tipo led (en horarios inadecuados) y nuestras actividades tienen horarios más flexibles. Si los estímulos que ponen en hora a nuestro reloj son más débiles (sobre todo menor exposición a la luz del sol), nuestros ritmos circadianos se hacen menos robustos y se desacoplan entre sí. Y esto se traducirá eventualmente en problemas para nuestra salud”, advierte en un artículo María Juliana Leone, licenciada en Biotecnología y doctora en Ciencias Básicas y Aplicadas de la Universidad Nacional de Quilmes.

El proyecto

¿Cómo, cuándo y cuánto están siendo afectados nuestros ritmos circadianos por el confinamiento? Es la pregunta que se están haciendo los especialistas y que Leone intenta responder a través de un proyecto de investigación. “No lo sabemos, pero lo estamos estudiando. Actualmente, estamos llevando a cabo un proyecto de investigación denominado Mi Reloj Interno, que tiene como objetivo obtener información sobre nuestros ritmos circadianos durante el confinamiento. Es importante que muchas personas participen de esta primera etapa, completando una encuesta relacionada con hábitos de sueño (puede participar cualquier persona que viva en Argentina y que tenga al menos 13 años, ingresando a www.mirelojinterno.org)”, invitó.

A partir de las evidencias que obtengan se podrán generar recomendaciones prácticas destinadas a mitigar los efectos del confinamiento sobre el reloj biológico. A través de una aplicación de telefonía celular, cada usuario podrá volcar sus propios datos cronobiológicos para recibir automáticamente recomendaciones personalizadas según su edad, sus hábitos y el lugar donde vive, contó.

“El día y la noche, la luz y la oscuridad, se alternan constantemente produciendo un ciclo ambiental que modula nuestro comportamiento: la mayoría de las personas estamos activas de día y dormimos de noche”, explica.

“La luz -continúa- es el estímulo más importante capaz de poner en hora a nuestro reloj biológico interno, localizado en el cerebro en los núcleos supraquiasmáticos. Esta estructura pone en hora y dirige nuestros ritmos circadianos: las fluctuaciones diarias que ocurren en nuestro funcionamiento y que incluyen niveles de hormonas, temperatura corporal, rendimiento cognitivo, número de células del sistema inmune, etcétera”.

Además de la luz, nuestras actividades cotidianas también son capaces de poner “en hora” nuestro reloj interno. “¿Por qué es importante que nuestro reloj interno esté en hora? Porque es necesario para que funcione adecuadamente. Cuando esto no ocurre, por ejemplo en trabajadores en turnos rotativos o nocturnos, o en personas con jetlag por viajes transmeridianos, aparecen trastornos en nuestra salud física y mental, incluyendo problemas en nuestro sueño. Y si no dormimos adecuadamente (y esto incluye no solo los horarios sino también la calidad y la duración del sueño), nuestra salud y nuestro rendimiento cognitivo se podrían afectar aún más”, finalizó.

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