¿Cómo afecta el confinamiento a los adultos mayores?
Un médico especialista explicó los efectos más frecuentes del aislamiento en esta franja etaria, y dio opciones para ayudar a quienes más lo padecen.
“Intento pintar, ver novelas, escribo y leo, pero de todas formas los días se volvieron eternos para mí”. Así es cómo Lidia, de 78 años, pasa la cuarentena en Salta.
No es fácil. Desde que se decretaron medidas de aislamiento y distanciamiento social (según las diferentes localidades y provincias) en Argentina por el avance del coronavirus, el panorama para los adultos mayores decayó: sus vínculos sociales y afectivos disminuyeron bruscamente, tanto en quienes son autónomos como en aquellos que residen en geriátricos.
Al ser personas de riesgo, los adultos mayores conforman la franja etaria más afectada por el confinamiento, más allá de la flexibilización de la cuarentena en distintos puntos del país. Los especialistas recomiendan que se queden en sus casas, frecuentando a sus allegados con barbijo y sin que estos ingresen.
El aislamiento social obligatorio tiene como objetivo proteger a la población de la transmisión de la infección por covid 19, pero también tiene efectos colaterales o adversos.
Lidia contó a LA GACETA que permanece en su casa el mayor tiempo posible Horacio, de 85 años, dijo que a veces pierde la noción del tiempo dentro de su casa y olvida si ya comió, cuándo y qué. “Salvo cuando me visita mi hija, una o dos veces por semana, las horas pasan muy lento y es desesperante. A veces no me importa nada y me voy a tomar un café”, confesó.
En diálogo con LA GACETA, el doctor Gustavo Banchio, médico con especialización en psiquiatría de adultos mayores, explicó cuáles son los efectos que puede tener el aislamiento en las personas mayores, y qué se puede hacer para atenuarlos, dado que estas medidas persistirán en los próximos meses.
“En general, en las residencias de ancianos el aislamiento comenzó dos semanas antes que para la población en general, por lo tanto hace más de 160 días que no tienen contacto directo con sus familiares y no salen de los hogares salvo para atenciones de sus salud que no puedan esperar”, aseguró Banchio. “Los que están en su domicilio también han tenido una disminución de la frecuencia y cercanía física de las visitas”, agregó. “Hubo un cambio radical en la manera en que se les ofrecen los vínculos, todo lo que se usa para expresar afecto o cariño tiene una barrera: la sonrisa tapada por el barbijo, no se puede abrazar ni mucho menos besar”.
Según el especialista, en aquellos adultos mayores sin enfermedades psiquiátricas y que viven en sus casas o en residencias, la primera etapa de aislamiento social estuvo dominada por síntomas de aparición brusca y reactivos a la interrupción de todas sus actividades sociales y encuentros. Esta pérdida inesperada se presenta con síntomas tales como insomnio, ansiedad, sentimientos de abandono y tristeza. “A medida que se prolonga la cuarentena, disminuye la intensidad de estos síntomas, pero se agregan otros” dijo el médico.
Banchio, que trabaja en una residencia para adultos mayores y es profesor de la cátedra de salud mental en la facultad de ciencias médicas de la UNC, afirmó que las medidas decretadas a causa de la pandemia intensificaron una experiencia vital de soledad y aislamiento que es normal en esta franja etaria: los adultos mayores son particularmente sensibles a sentimientos de soledad y aislamiento social, provocados por eventos normales de esa etapa de la vida, como el retiro de la actividad laboral, la pérdida del rol social que han tenido la mayor parte de su vida, el fallecimiento de amistades y la separación de sus hijos.
Al haberse prolongado tanto el distanciamiento y aislamiento social, surgen sentimientos de desesperanza, retracción, desinterés y ausencia de placer en actividades que antes disfrutaban. “Estas últimas sensaciones no son tan intensas pero perduran más” dijo el especialista.
Además, agregó que las personas mayores pueden presentar preocupación excesiva por su salud física, episodios de desorientación y fallas en la memoria que no implican necesariamente demencia, sino que el encierro disminuye el interés y la atención por el entorno: esto provoca manifestaciones muy angustiantes para quien las atraviesa, ya que el temor de tener una enfermedad grave domina la afectividad del adulto mayor.
“En cuanto a los pacientes con patología psiquiátrica, se trata de personas con un grado de fragilidad mayor que las personas sanas, y se observó en los geriátricos que si la evolución de pacientes venía siendo estable, en muchos casos reaparecieron síntomas agudos y de inestabilidad que estaban en remisión” declaró el doctor. “Otras consecuencias, en general, son la aparición de hábitos tales como el sedentarismo, consumo excesivo de sustancias, aumento del riesgo de patologías cardiovasculares, infecciones respiratorias, mayor riesgo de caídas, y aumenta la posibilidad de ingreso a un geriátrico” dijo.
¿Qué hacer?
Gustavo Banchio aseguró que el primer paso como sociedad es tomar consciencia de que esta situación existe y necesita ser abordada. “Ya que es improbable que el aislamiento se interrumpa, lo primero es tener empatía con los adultos mayores, validar su malestar y en lo posible mantener activa la red social familiar. Las reacciones a las video llamadas y a encuentros breves respetando los protocolos son muy buenas” aseguró.
Si los síntomas son muy intensos, aconsejó recurrir a tratamientos farmacológicos o psicoterapéuticos a tiempo para evitar que problemas como el insomnio se vuelvan crónicos.
Además, psicólogos y familiares de adultos mayores coincidieron en que el mejor antídoto es, en caso de aquellos que viven en sus casas, visitarlos desde la vereda en las horas de sol: también acompañarlos a dar una caminata cerca de sus viviendas, para que hagan actividad al aire libre y sin riesgos de contagio por estar en lugares cerrados. Si eso no es posible, llamarlos por teléfono y conversar es un gran remedio para el distanciamiento.
NOTICIAS DE TUCUMAN
