Entrevista a Fabián Soberón: “La literatura tucumana aún no conforma una tradición”

El escritor tucumano seleccionó los 25 cuentos que integran El puente, una antología publicada por La Papa que reúne textos de comprovincianos -por nacimiento o adopción- de generaciones y estilos muy diversos. Aparecen desde autores consagrados -la mayoría asiduos colaboradores de este suplemento- como Tomás Eloy Martínez, Juan José Hernández, Julio Ardiles Gray y Hugo Foguet, junto a jóvenes promesas y autores ocultos.

23 Ago 2020
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AMPLITUD. “La antología recorre generaciones. Precursores y jóvenes tienen estéticas diferentes”, afirma Soberón.

Por Hernán Carbonel

PARA LA GACETA / SALTO

- En el estudio preliminar del libro se refiere a una tradición literaria invisible en Tucumán y menciona los riesgos del regionalismo. ¿Qué significa eso y cuáles son esos riesgos?

-Para que exista una tradición no basta con que existan un sinnúmero de volúmenes publicados por autores de diversos orígenes. Es necesario que ese cúmulo de producciones literarias sea leído, conocido, sopesado y discutido por los lectores, los críticos, los estudiosos, los investigadores, los periodistas, etc. Es decir, las novelas, los cuentos y los poemas publicados por los autores nacidos o radicados en Tucumán aún no conforman una tradición sostenida –y por esa razón hablo de tradición inexistente o invisible– porque no han sido suficientemente difundidos, leídos, discutidos, sopesados y puestos en la escena pública por las distintas instancias y los agentes del campo literario y cultural argentino y latinoamericano.

-¿Encuentra en los autores tucumanos –al menos en los elegidos en la antología- un mayor cosmopolitismo que, por ejemplo, los salteños u otros casos que conozca de escritores de otras provincias?

-Sospecho que el cosmopolitismo forma parte de las últimas generaciones nacidas en Tucumán y en diversos lugares del globo. Es decir, no tiene sentido proponerse ser de Tucumán y cosmopolita. Fatalmente, ya lo somos. Como me dijo una vez Santiago Sylvester, “las últimas generaciones lidian con los medios electrónicos y con la globalización”. No corren el riesgo del regionalismo. Eso ha quedado atrás hace mucho tiempo. Los que tienen problemas con eso son algunos críticos, aquellos que tienen los relojes detenidos en 1950, más o menos.

-Prácticamente la mitad de los autores nació antes de 1955 (la mayoría de estos murió dentro de la última década). ¿Qué similitudes y diferencias encuentra dentro de estos dos bloques generacionales? ¿Y qué continuidades y rupturas entre los “precursores” y los más jóvenes?

-La antología recorre varias generaciones. Los precursores y los jóvenes tienen estéticas diferentes. Tomás Eloy Martínez, Elvira Orphée y Hugo Foguet –por mencionar solo a tres— no tienen puntos en común. En todo caso, Tomás Eloy es el que escribió narraciones insoslayables como los textos de Lugar común la muerte o el cuento que está dedicado a Bazán Frías; Foguet fue el marino que dio la espalda al puerto y que escribió un Ulises subtropical: su cuento “Fantasmas” es un hallazgo ya que es uno de sus primeros relatos; Evlira Orphée dijo odiar a Tucumán y abundó felizmente con un tono elegiaco en sus múltiples textos narrativos. Ella combina algunas expresiones orales del norte argentino con un lirismo que excede cualquier afán geográfico. Cada uno encontró su estética. Algo clave es, para mí, que el origen tucumano es solo el punto de partida a la hora de leer o estudiar a los escritores. Es más importante el camino estético que el lugar de nacimiento. En todo caso, la tucumanidad es solo un aspecto de sus obras.

-Muchos lectores buscan en un texto las palabras que expresen lo que ellos –los lectores- sienten o piensan. La proximidad geográfica –por lenguaje y cosmovisión- debería facilitar el encuentro con los autores locales. Pero parece existir una necesidad de cierta distancia o la exigencia de una consagración previa que venga de afuera. ¿Cree que es así?

-Los textos no existen en el aire puro de la lectura neutra. Leemos con los prejuicios de nuestro tiempo. Y esas formas a priori se construyen colectivamente. ¿Quiénes las construyen? La crítica, los lectores, los periodistas, las universidades, las librerías, la circulación en las redes, etc. Desde esa instancia colectiva es que se puede armar una tradición. Por eso mismo es fundamental que estos textos sean leídos, discutidos y puestos en escena por las sociedades argentinas y latinoamericanas. Para eso hacen falta políticas estatales y privadas y que la institución de la crítica los considere en sus múltiples posibilidades de lectura y de intervención en el campo cultural argentino y latinoamericano.

-Hay una joya para los lectores de Tomás Eloy Martínez, el autor tucumano con mayor reconocimiento internacional. Es probablemente el primer cuento que publicó (a los 18 años y en LA GACETA Literaria) y se conecta con uno de los protagonistas de su última novela.

-Efectivamente, es una joya. Ni siquiera está incluido en Tinieblas para mirar (Alfaguara), ya que Ezequiel Martínez -editor del libro, hijo y albacea de Tomás Eloy- lo daba por perdido.

© LA GACETA

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