Buscan poner en agenda la iniciativa “Argentina libre de humo para 2040”

Una ONG propone consensuar e instrumentar estrategias y políticas públicas, y ayudar a los fumadores en la cesación tabáquica.

25 Sep 2020
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DISMINUCIÓN. Se logró bajar el consumo de tabaco, pero no lo suficiente.

Según la Cuarta Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, publicada por el Ministerio de Salud de la Nación en 2019, en nuestro país el consumo de tabaco disminuyó progresivamente en los últimos 15 años, desde 29,7% de la población, en 2005, al 22,2% en 2019. Es un pequeño logro, pero en opinión de los especialistas todavía queda mucho por hacer para proteger a la población de los innumerables riesgos del tabaquismo.

Por eso el Centro de Investigaciones de Enfermedades No Transmisibles (Cienta) lanzó hace unos días la propuesta de trabajar “en serio” para lograr una Argentina libre de humo de tabaco en 2040, lo que implica conseguir que menos del 5% de la población sea fumadora. Esta iniciativa -cuentan los miembros de Cienta- fue propuesta en países como Inglaterra, Nueva Zelanda, Islandia y Taiwán, y lo que se promueve es el fortalecimiento de la legislación de control del tabaco y de ambientes libres de humo, acompañada por una estrategia de reducción de daños por tabaquismo.

De esos daños, el que más rápido se asocia con el tabaco es el cáncer de pulmón. Y de hecho, en nuestro país, es el cáncer que más muertes causa (el 20,8%), según el Boletín de Vigilancia Epidemiológica sobre la Vigilancia de Salud por Cáncer de Pulmón y Tabaquismo en Argentina. Pero no sólo provoca tumores en los pulmones; también de laringe, boca, esófago, garganta, vejiga, riñón, hígado, estómago, páncreas, colon y recto, y cuello uterino, así como leucemia mieloide aguda. Y además, produce daño cardíaco y accidentes cerebrovasculares (ACV); enfermedad en las encías; y diversas problemas respiratorios graves, entre otros, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Ni hablar si además se suman otras enfermedades cónicas como obesidad, hipertensión, diabetes... ¡Y ahora, riesgo aumentado de covid-19!

Relanzar las políticas

En su momento tuvieron gran adhesión las políticas públicas implementadas para disminuir el tabaquismo, como la creación de espacios libres de humo, el aumento del impuesto a los cigarrillos, la prohibición de publicidad y las campañas de concientización a la población, entre otras, en la Ley Nacional de Control de Tabaco (Nº 26.687).

“Pero hoy hacen falta nuevas medidas y no estamos viendo que estén en la agenda de los funcionarios. De hecho, Argentina ni siquiera ratificó el Convenio Marco para el Control de Tabaco de 2005, cosa que sí hicieron otros 168 países”, afirmó Marta Angueira, cardióloga especializada en cesación tabáquica y presidenta de Cienta.

La organización considera también urgente la necesidad de avanzar en lo que se conoce como “reducción del daño”, aplicado al tabaquismo’. Se trata de una estrategia de salud pública para controlar las consecuencias de los comportamientos adictivos que plantean riesgo grande para la salud.

“Desde Cienta siempre destacamos que el mejor cigarrillo es el que no se fuma, y que es clave lograr la cesación para aquel que lo hace. Pero debemos considerar que estamos ante un fenómeno complejo: hay personas que no pueden dejar de fumar después de varios intentos, o que al estar en reclusión en cárceles o instituciones psiquiátricas no quieren intentarlo porque lo ven como su único placer. Además pocos fumadores llegan a consultorios de cesación y hay una baja tasa de abstinencia al año. En todos esos casos, pueden ayudar los parches y los chicles de nicotina, e incluso medicamentos aprobados en cesación tabáquica”, agregó Angueira.

¿Y las tabacaleras?

Si pensamos que Argentina es el séptimo productor mundial de tabaco, uno de los obstáculos que hay que prever, además de los individuales y subjetivos, son las potenciales presiones de la industria tabacalera, les planteó LA GACETA a los voceros de la institución.

“Tenemos el ejemplo del lobby que hicieron la industria tabacalera y los gastronómicos contra las leyes de ambientes libres de humo, sin demasiado éxito, y el cambio hacia productos sin humo es una tendencia mundial, apoyada por una evidencia científica extensa”, respondió Angueira. “Nuestro trabajo está dirigido a investigar en busca de la evidencia científica y sobre esa base generar el debate entre los distintos actores. Hay suficiente evidencia científica como para presentar la cuestión a los decisores de salud y tratar de comenzar el debate. Es un tema de salud pública que genera enfermedad y muerte”, añadió.

“Debemos bregar por políticas integrales para lograr una Argentina libre de humo para 2040; no puede ser una iniciativa aislada. Hoy, covid-19 ocupa el centro de la escena y se están tomando muchos recaudos para evitar el contagio y las muertes evitables. Pero, ¿qué estamos haciendo como sociedad para prevenir a largo plazo el tabaquismo, la obesidad o las enfermedades cardiovasculares? Es importante prestarles atención a estas condiciones, que representan una enorme carga a nivel individual y para el sistema de salud”, agregó Florencia Morales, del equipo de Sociología de Cienta.

“De esto hablamos cuando decimos que se necesita de una unión de las fuerzas para lograr que Argentina sea libre de humo. La única manera de que suceda es poner el tema en agenda y que los distintos actores trabajemos en conjunto por la salud de la población”, aseguró Angueira.

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