En plena crisis de 2001, el baterista salteño comenzó a fabricar sus propias baquetas y el proyecto se convirtió en una empresa que hoy recibe pedidos de todo el país y varios del mundo.
04 Abr 2015
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La necesidad es madre de los inventos dice el dicho, y la historia de Juan Müller es testimonio de esa certeza. El salteño dejó la provincia a fines del 2000, con casi 20 años y la mira puesta en perfeccionar talentos de baterista en Córdoba.
A 15 años de aquel viaje fundacional, Juan declara banda propia, El Mano -con la que ya grabo un disco- y una empresa que se ubica en la punta de los emprendimientos nacionales dedicados a la fabricación de palillos para batería: Productos Base.
El proyecto comenzó sin embargo con aspiraciones mucho más humildes, casi por necesidad de supervivencia. "En un momento, cuando todo se fue por la borda, me puse a hacer changas. Nosotros somos cinco hermanos, mis viejos son maestros rurales y en ese momento la estaban pasando bastante mal", recuerda el músico.
Con la devaluación de la moneda nacional, a Juan como a tantos, se le complicó el panorama para comprar baquetas y en la búsqueda encontró a las personas indicadas con quienes iba a encontrar la salida al asunto. "Era el momento para retomar la iniciativa que tuve siempre de fabricar cosas. Teníamos muy poquitos recursos económicos y nos pusimos a investigar cómo se hacían las baquetas. Nos dimos con la sorpresa de que nunca había habido una industria en Argentina que se haya dedicado a esto, siempre habían sido importados, así que nos pusimos a estudiar, a charlar con torneros para ver de qué se trataba", relata.
Unos pocos ahorros alcanzaron para comprar un torno, el más barato que había disponible. "En mi departamento tenía un sucuchito atrás, y nos pusimos a investigar. Nos fuimos metiendo muy de cabeza a hacerlos. Andaba siempre con un par de palillos en la mochila, los mostraba a otros músicos para que los prueben, vean el trabajo que estábamos haciendo y así fue un constante desarrollo y desafío para tratar de superar el trabajo y acercarnos lo más posible a los palitos importados".
Suerte de principiante
El resultado no solo salió bien sino que llamó la atención de músicos desconocidos y celebridades, que comenzaron a pasar de boca en boca el dato de los palitos Base, mientras Juan y compañía seguían experimentando con el oicio. "Lo más importante fue el aporte que nos hicieron un montón de otros músicos. Le fabricamos a bateristas muy reconocidos que avalan el producto nuestro y fueron parte fundamental para el desarrollo y el progreso del producto. El baterista de Los Piojos, Sebastián Cardero, Osvaldo Fattoruso, con quien trabajamos mucho y muy lindo. Ni hablar de Jorge Araujo, ex baterista de Divididos, Quintino Cinali, o Chinato Torres, que fue mi primer profesor y quien me despertó el amor por este instrumento y constantemente me está sugiriendo cosas".
En la actualidad, la empresa se conforma con seis socios en trabajo permanente,sin jefes ni empleados sino en dinámica horizontal de reparto de tareas con miras a cumplir objetivos de crecimiento. Además, los que colaboran de manera externa en el diseño o la confección de las fundas. "Estamos pensando en el desarrollo de nuevos productos que involucran más personas y se arme una cosa colectiva más interesante".
Palitos buenos
Según Müller, no hay demasiados parámetros para detectar la calidad de las baquetas más allá de lo convenientes que resulten para el sonido que se busca. La cantidad de opciones es tan amplia como la diversidad de los usos. "Tiene que ver mucho con el gusto de cada baterista. Hay algunas cuestiones que tienen que ver con el peso, la sonoridad y la durabilidad. Un palillo de mala madera se rompe automáticamente, o no tiene buen sonido. Eso se nota cuando tocás el platillo de la batería, que es cuando más se siente el golpe de la madera. Ahí te determina la sonoridad de la madera. Algunas son muy duras y resistentes pero no tienen buen sonido, o son toscas. Otras son súper agradables pero no duran nada, o tienen las dos condiciones pero tienen muchas vibraciones entonces al músico le genera mucho malestar porque puede generar tendinitis o alguna enfermedad por la transmisión del golpe, como pasa con los tenistas", explica.
Las maderas que usan en Base son muchas y variadas, siempre en busca de las alternativas de cada una y para el tipo de instrumento que se utilicen. "En el caso del redoblante, la parte del aro tiene que emitir un timbre que tiene que ser muy particular y puntual y si la madera no es buena, o está reseca o muy liviana, el aro no tiene sonido. Todas esas cosas las hemos ido aprendiendo con el tiempo". La madera de guayaibí es la que están empleando en los últimos modelos, por calidad, peso y versatilidad.
Los modelos de palillos tienen denominación y varían de acuerdo al grosor del cilindro, la forma de la cabeza, el largo. "Es un universo. Nosotros fabricamos algunos modelos, pero en los catálogos de las marcas de afuera hay más de 200 modelos. También le podés ir anexando cosas, poniéndoles puntas especiales, o una felpa en el otro extremo para darles otro efecto. Es un mundo interminable".
Los precios varían entre $50 y $60, se consiguen en casas de música, pero Juan declara que prefiere la venta directa. "Nos interesa el trato con los músicos. Hay gente que se comunica con nosotros desde todo el país e incluso desde Chile, Bolivia, Colombia, y hemos mandado palillos a Europa. Eso genera el vínculo directo y eso también hace a todo el tiempo en el desarrollo y la mejora del producto".
Oro en el barro
"Agradezco haber tenido la posibilidad y la educación que tuve para poder con mínimos recursos poder desarrollar y encontrarnos los que estamos trabajando en conjunto. Todos pensamos más o menos de la misma manera, el trabajo en equipo se hace muy ameno, es trabajo colectivo. Toda crisis te da una oportunidad y eso en un momento hizo que esto mute y se transforme en lo que es hoy", resume Juan para hablar del recorrido de 2001 hasta hoy.
- ¿Seguís tocando?
- Lo que más me gusta y me apasiona es la música. Nunca dejé de pensar en la música como lo primordial. Hubo una época en la que le dedicaba muchísimo tiempo a este proyecto porque había que consolidarlo y decidí relegar un poco la música. Pero hace ya varios años retomé el estudio, me pude involucrar y formar El Mano, un proyecto musical nuevo, del que soy parte. El año pasado presentamos el disco a sala llena. Incluso hicimos una gira por el norte argentino.
- ¿Cómo fue tocar en tu ciudad?
- Fue muy emocionante porque era la primera vez que pude tocar en Salta. Estaba mi abuela, mi tío, mis primos, mis amigos, ex compañeros del secundario.
- ¿Qué es El Mano?
- El proyecto tiene ya cuatro años, hacemos rock, canciones, escribimos. Es un proyecto colectivo súper interesante, la composición y participación es de los tres, no hay un liderazgo sino que es más bien un grupo creativo.
La formación se completa con Nacho Ramia en bajo y voces y Fabián Korschenewsky en guitarras.
- ¿Volvés a Salta?
- Cuando puedo viajo a Salta, porque tengo allá a toda mi familia. Único varón de cinco hermanos. Cada tanto me escapo, me voy para allá a estar con la familia, los sobrinos, los amigos, para pasarla bien un rato, charlar, compartir, que es lo que más se extraña. Tampoco es tanta la distancia y estoy al tanto todo el tiempo de lo que nos pasa, pero cuando me da extrañitis me voy un par de días y los paso allá.