Un WiFi despertó la sospecha de los vecinos que algo le había pasado a “Poly”

Contaron detalles de la noche cuando encontraron muerto al enfermero y cómo repercutió el caso en Castañares.

19 Abr 2017
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CRIMEN DEL ENFERMERO. Carmen Rosa Beltrán, íntima vecina de Núñez. FOTO LA GACETA

En la segunda jornada del juicio que se sigue en contra de Franco Jonathan Corvalán, por el crimen del enfermero Federico Leopoldo Núñez, declararon los vecinos de Castañares y contaron cómo repercutió el asesinato en el barrio. Un WiFi despertó la sospecho de que algo le había ocurrido a “Poly”. 
Un testimonio clave fue el de Carmen Rosa Beltrán, una vecina que contó que conocía a la víctima hacía 36 años. Su casa colinda con la de Núñez. Era una persona de confianza; el enfermero le había hecho una copia de la llave de la casa y la mujer entraba y se movía con comodidad. Además hacía tareas de limpieza. Tenía un vínculo tan cercano con “Poly” que lo consideraba un hijo. “Yo lo ayudaba, le hacía una comidita, lo cuidaba, le limpiaba la casa. Fuimos vecinos muy unidos”, dijo. 
Contó que la última vez que vio al hombre fue horas antes del crimen, alrededor de las 15.30, hora a la que acostumbraba a regresar luego de su jornada laboral en el hospital Materno Infantil. Se saludaron, todo fue normal. 
Era tan cercano el lazo que Núñez hasta le compartía WiFi a los Beltrán. Y este dato fue revelador para los vecinos de Castañares. 
La mujer recordó que el jueves 1 de septiembre de 2016 quiso conectarse a internet  no podía hacerlo. Le pareció raro. El auto había sido arrancado como todo los días a las 6.40, horario en que Núñez solía ir rumbo al trabajo. Cuando quiso entrar a limpiar la casa no pudo. Ingresó su llave por el tambor de la cerradura pero ésta estaba trabada. Intentó varias veces. Cuando miró el frente de la casa vio que la ventana del dormitorio del enfermero estaba entreabierta. 
Decidió escribirle al celular. “Poly, te dejaste la ventana abierta”, recordó pero contó que el mensaje nunca tuvo una respuesta. Ya había notado algo raro. Las horas pasaban, el auto no volvía a la casa, Núñez tampoco respondía los mensajes y llamados de los vecinos que seguían sin WiFi. 
Ya habían pasado dos días. Y lo peor se descubrió el sábado 3 cuando, como declaró ayer, Andrés Moya, vecino de la víctima, entró desesperado por la ventana entreabierta y encontró a su tío. 
Silvana Arancibia, hija de Beltrán, también tenía una relación cercana al enfermero. Vive en el fondo de la casa de su mamá, en una ampliación. Esa noche estaba junto a su esposo, Roberto Martín Velásquez y recordaron un fuerte grito que se escuchó desde afuera de la casa. 
“Poly se mató o algo le hicieron”, dijeron ante el tribunal de juicio. 
Velásques entró a la casa y contó que “se veía un charco de sangre y se veía que el cuerpo fue arrastrado”. 
Ninguno de los vecinos reconoció al imputado Franco Jonathan Corvalán. Dijeron nunca antes haberlo visto.

En la segunda jornada del juicio que se sigue en contra de Franco Jonathan Corvalán, por el crimen del enfermero Federico Leopoldo Núñez, declararon los vecinos de Castañares y contaron cómo repercutió el asesinato en el barrio. Un WiFi despertó la sospecha de que algo le había ocurrido a “Poly”. 

Un testimonio clave fue el de Carmen Rosa Beltrán, una vecina que contó que conocía a la víctima hacía 36 años. Su casa colinda con la de Núñez. Era una persona de confianza; el enfermero le había hecho una copia de la llave de la casa y la mujer entraba y se movía con comodidad. Además hacía tareas de limpieza. Tenía un vínculo tan cercano con “Poly” que lo consideraba un hijo. “Yo lo ayudaba, le hacía una comidita, lo cuidaba, le limpiaba la casa. Fuimos vecinos muy unidos”, dijo. 

Contó que la última vez que vio al hombre fue horas antes del crimen, alrededor de las 15.30, hora a la que regresaba luego de su jornada laboral en el hospital Materno Infantil. Se saludaron, todo fue normal. 

Era tan cercano el lazo con Núñez que hasta compartían el servicio de WiFi con los Beltrán: este fue el dato revelador para los vecinos de Castañares. 

La mujer recordó que el jueves 1 de septiembre de 2016 quiso conectarse a internet y no podía hacerlo, le pareció raro. El auto había sido arrancado como todo los días a las 6.40, horario en que Núñez solía ir rumbo al trabajo. Cuando quiso entrar a limpiar la casa no pudo. Ingresó su llave por el tambor de la cerradura pero ésta estaba trabada. Intentó varias veces. Cuando miró el frente de la casa vio que la ventana del dormitorio del enfermero estaba entreabierta. 

Decidió escribirle al celular. “Poly, te dejaste la ventana abierta”, recordó pero contó que el mensaje nunca tuvo una respuesta. Ya había notado algo raro. Las horas pasaban, el auto no volvía a la casa, Núñez tampoco respondía los mensajes y llamados de los vecinos que seguían sin WiFi. Este dato guarda relación con el robo de los artículos electrónicos, entre ellos una computadora de escritorio y una notebook que daban la señal de internet. Al ser retirados de la casa, los vecinos no tenían conexión. 

Ya habían pasado dos días. Y lo peor se descubrió el sábado tres cuando, como declaró ayer, Andrés Moya, vecino de la víctima, entró desesperado por la ventana entreabierta y encontró a su tío. 

Silvana Arancibia, hija de Beltrán, también tenía una relación cercana al enfermero. Vive en el fondo de la casa de su mamá, en una ampliación. Esa noche estaba junto a su esposo, Roberto Martín Velásquez y recordaron un fuerte grito que se escuchó desde afuera de la casa. 

“Poly se mató o algo le hicieron”, dijeron ante el tribunal de juicio. Velásques entró a la casa y contó que “se veía un charco de sangre y que el cuerpo fue arrastrado”. 

Ninguno de los vecinos reconoció al imputado Franco Jonathan Corvalán. Dijeron no haberlo visto nunca antes.

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