Una niña salteña espera un trasplante de hígado urgente

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Foto de Pablo Delaloye

Agustina Delaloye tiene 13 años y tiene atresia biliar de nacimiento. Está internada en el Hospital Garraham de Buenos Aires.

14 Jul 2017

“Le pido a Dios que le dé una nueva oportunidad a mi hija de mejorar su calidad de vida”, dice Pablo Delaloye casi al final de una extensa charla con La Gaceta. La fe sostiene a este papá salteño que desde hace 13 años está completamente abocado a la salud a su pequeña, Agustina. Desde bebé, la niña tiene atresia biliar, una enfermedad del hígado que afecta los conductos biliares de los recién nacidos. Ahora está internada en el Hospital Garraham mientras espera, con urgencia, un trasplante.

Pablo cuenta que el peregrinaje médico de Agustina comenzó apenas nació. Los primeros síntomas fueron intensos dolores de panza y la piel de color amarilla, que en una primera instancia confundieron con bilirrubina. “Pasó por varias terapias sin que le puedan detectar la enfermedad hasta que una médica gastroenteróloga del sector público dio el diagnóstico y nos dijo que había que hacerle un trasplante”, cuenta Pablo.

Desde el diagnóstico de Agus hasta el trasplante tuvieron que esperar nueve meses. La donante fue su mamá. “Su evolución después del trasplante fue rápida y anduvo bien hasta los seis años que hizo un rechazo crónico severo del órgano. Lo que sucedió fue que se volvió a cerrar el conducto biliar y el hígado se volvió a enfermar”, recuerda el joven papá.

En ese momento, la niña que ahora tiene 13 años ingresó a la lista de espera del INCUCAI porque necesita un trasplante cadavérico de hígado y también de las vías biliares afectadas. Agustina lleva siete años aguardando una nueva posibilidad de vida y ahora más que nunca.

“Estos últimos siete años, además de los inmunosupresores que tomó siempre, le dieron una medicación más fuerte para mantenerla estable hasta que llegue el trasplante. Venía bien pero el sábado pasado tuvo una fuerte hemorragia que le provocó una falla hepática y la tuvimos que llevar en el avión sanitario al Garraham después de que los médicos del Materno Infantil lograron estabilizarla”, explica Pablo y agrega: “con su mamá sabíamos que este iba a pasar”.

Pese a su enfermedad, Agustina siempre tuvo una vida normal aunque siempre se cuidó como una verdadera guerrera. “Siempre pensé en vender todo lo que tengo para conseguir el órgano que mi hija necesita pero me di cuenta que la prioridad es la urgencia no el dinero. Entendemos que hay que esperar y sabemos que el amor es sostiene a nuestra hija”, finaliza.

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