40 años de olvido: el reclamo de los vecinos de barrio Apolinario Saravia

Calles que se inundan con líquidos cloacales, enormes lagunas de agua contaminada, falta de seguridad a la hora de cruzar la ruta y el pedido de una plaza son solo algunas de las necesidades que padecen a diario los habitantes de esta zona.

23 Jul 2017
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“Si no nos movemos, nadie hace nada”, afirma Yubi Altamirano, vecina del barrio Apolinario Saravia, uno de los primeros asentamientos de la zona sudeste, pero uno de los últimos en la lista de prioridades de los gobiernos de turno.

Postergación no sería precisamente la palabra que define la situación de esta barriada, ya que en varios organismos oficiales ni siquiera saben de la existencia del lugar, y muchas veces lo confunden con otro barrio de la zona: Pablo Saravia. “La otra vez fuimos a Tránsito a hacer unos trámites y nos dijeron que no sabían que existía este barrio”, comenta con desazón la vecina.

Hace más de 40 años que esta zona empezó a crecer y los habitantes más antiguos de la barriada afirman que fueron el primer barrio de la zona en poblarse.

Actualmente viven aquí más de 500 familias distribuidas en unas 30 manzanas. La gestión anterior de la Municipalidad solo asfaltó dos cuadras. 

“Frustración es lo que sentimos, nos sentimos olvidados”, afirma Luis Díaz, habitante del barrio desde hace seis años. La sensación de olvido y desprotección de los vecinos  por parte de los organismos oficiales es tan grande para ellos que ya ni siquiera piden que alguien vea sus necesidades, si no que al menos velen por sus hijos. “Nosotros podemos esperar, pero las guaguas no” comenta indignado Diego Arroyo Tévez, que se crió en este barrio. Yubi agrega: “Es muy triste. Una total tristeza”.

Un grupo de vecinos formó el merendero “Rayito de luz”, que funciona en la casa de Silvana Flores. Piso de tierra, techo de chapa y paredes que no están terminadas forman parte del lugar en donde más de 50 vecinos, en su mayoría niños, reciben una taza de mate, té o algo caliente. “Solo funciona jueves y viernes”, comenta Silvana y agrega: “no nos da para más”, ya que no reciben ayuda de nadie.

Pero el jueves de la semana pasada no pudo recibir a nadie, ya que las cloacas del barrio, incluida la de su casa, colapsaron. “Era impresionante. Todas las calles estaban inundadas”, cuenta la vecina. Fue por esta razón que decidieron salir a cortar la ruta 26 para tratar de hacerse escuchar.


Años de olvido

Cuando la zona sudeste de la ciudad no era lo que es hoy, este fue uno de los primeros sectores en poblarse. “Yo vivo hace 14 años y lo único que vi que mejoró en el barrio fue por el cordón cuneta”, dice Yubi. Por su parte, Luis agrega: “lo más doloroso es que nadie del gobierno se bajó a ver el barrio”.

Además, Diego, uno de los vecinos, recuerda: “Urtubey antes de ser gobernador vino, se ensució un poquito los zapatos e hizo promesas. No volvió más”.

Una plaza y solo dos juegos

Un gran espacio destinado a la recreación, principalmente de los niños y adolescentes, se encuentra en el corazón del barrio.

Pese a que por las tardes y durante los fines de semana, el lugar se llena de chicos, en la plaza deben esperar para hacer uso de los dos juegos que hay disponibles.

Un pasamanos y una hamaca son todo lo que tienen a su disposición los niños del barrio. Es por eso que los vecinos sueñan con que se instalen allí juegos no solo para chicos sino también para los más grandes que quieran practicar deportes.

Por otro lado, en el extenso terreno en donde se encuentra la plaza hay un solo foco de luz, que encima no funciona. Los vecinos se organizan para limpiar el espacio y dejarlo mínimamente en condiciones, pero así como otros barrios tienen playón deportivo, ellos manifiestan su deseo de tener el suyo, espacio no les falta.


Las lagunas

En época de lluvias y aun en temporadas de clima seco, hay algunos lugares del barrio Apolinario Saravia en donde las lagunas están presentes. Como si fuera un chiste, una broma de mal gusto, la calle más perjudicada por esta situación lleva el nombre de: Lago de los Cisnes.

“Esto siempre esta así”, comenta decepcionado Luis mientras camina esquivando charcos. El vecino cuenta que “ahora está más lindo a comparación del fin de semana”, ya que hace unos días las calles del barrio eran verdaderos ríos de agua cloacal.

Luego de este incidente, según los testimonios de los vecinos, desde Aguas del Norte se comprometieron a hacer limpiezas de los caños de las cloacas cada seis meses, para que esto no vuelva a suceder.

 “Hace falta que compremos una canoa para poder andar por acá”, expresa Yubi con humor, y es que a veces no les queda más que reír ante la indiferencia de los que deberían tomar en sus manos las problemáticas de este barrio.

Reír para no llorar

La alegría y la esperanza no se pierden por estos lugares, a pesar de la falta de respuestas que hay a los reclamos vecinales.

En este sentido, los vecinos decidieron desde el año pasado festejarle el cumpleaños a uno de los pozos que forma una laguna de líquidos cloacales.

“No nos queda otra que tomárnosla con humor”, dice Diego, quien enseña artes a los chicos que asisten al merendero y sueña con que su barrio tenga un circuito cultural con murales y otras obras artísticas que realicen los chicos de la zona. No solo le festejan el cumpleaños al pozo sino que también lo toman como excusa para realizar otras actividades.

“También hicimos la feria del pozo y siempre tratamos de darles algo a los vecinos, la otra vez hicimos chocolatada para los chicos”, cuenta Silvana.

Poner el cuerpo a los problemas. Semáforo humano

Otro de los problemas que afectan a los vecinos del barrio es la falta de medidas de seguridad en el cruce de la ruta 26. Por allí deben pasar cada vez que quieren tomar un colectivo, y es un verdadero peligro para los chicos que van a la escuela principalmente.

Es por eso que, a falta de pasarela o semáforo, los vecinos desde hace un tiempo decidieron hacer un semáforo humano.

“Debemos esperar diez minutos o más para poder cruzar”, afirma Silvana y luego cuenta que “tenemos que hacer un semáforo viviente, nos paramos en medio de la ruta para los chicos puedan cruzar, y nos comemos cada insulto”.


Amor al barrio

Todos los jueves y viernes el merendero “Rayito de luz” recibe entre 40 y 50 vecinos, en su mayoría niños. Desde hace dos meses que lo reflotaron, luego de un tiempo en que se había cerrado. Allí un grupo de vecinos no solamente ofrece una merienda caliente sino también talleres de sikus, reciclados y mandalas, entre otras disciplinas artísticas.

 “Amamos al barrio, queremos que cambie”, afirma con firmeza Yubi.

 

Para festejar el día del niño con los chicos del merendero “Rayito de luz” Silvana solicita donaciones de juguetes o golosinas. Quienes puedan donar deben comunicarse al 155264762


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