Superaron los prejuicios y se animaron a adoptar niños más grandes

Hoy en la provincia 24 niños, niñas y adolescentes esperan ser adoptados. Ninguno es menor de 3 años, el rango de edad que elige el 80% de los aspirantes.

25 Jul 2017

“Siempre quise enseñarle a mi hija que si hubo muchos adultos que la defraudaron, nosotros podíamos mostrarle un nuevo comienzo”, cuenta Mariana Baraj. Hace dos años, la cantante y compositora junto a su marido, Mauro Rodríguez, adoptaron a una nena que ahora tiene nueve.

La pequeña vivía en un hogar en Tartagal y a su corta edad había sufrido vivencias muy dolorosas. Ellos decidieron darle, y darse, la oportunidad de comenzar una nueva vida. Así Mariana y Mauro se convirtieron en militantes de la adopción de niñas y niños grandes, un tema que preocupa a quienes se ocupan de buscarles un hogar a mayores de 5 años y también a adolescentes.

Hoy en la provincia 24 niños, niñas y adolescentes esperan ser adoptados. Lo confirmó Matías Palomo, psicólogo del equipo interdisciplinario de la Secretaría Tutelar. En el organismo, que depende de la Secretaria de Derechos Humanos de la Corte de Justicia, funciona el Registro de Aspirantes a Guarda con fines adoptivos donde ahora hay 57 carpetas de postulantes.

El problema es que el rango de edades ni la situación de los menores coinciden con la búsqueda de la mayoría de los aspirantes. En este sentido, Palomo explicó que los 24 chicos que esperan una adopción son adolescentes, tienen problemas de salud o alguna discapacidad, son grupos de hermanos o tienen las tres situaciones combinadas.

La disponibilidad es acotada porque, según precisó el funcionario, el 80% de los postulantes piden niños de 0 a 3 años. “Menos de la mitad de ese porcentaje está dispuesto a recibir nenes y nenas de 5 años. Es complicado encontrar candidatos para los que son mayores de 7 años. Por ejemplo, si entra un expediente de una adolescente de 14 años en situación de adoptabilidad no tenemos aspirantes”, agregó.

Desde marzo de 2014 hasta junio de 2017 en Salta se adoptaron 102 niños, niñas y adolescentes -47 varones y 55 mujeres-. Además 70 se quedaron a vivir en la provincia -50 en la Capital y 20 en localidades del interior-, y los 32 restantes se mudaron con familias de otras jurisdicciones.

El amor, un impulso para volver a empezar


Entre esos 102 menores está la hija de Mariana Baraj y Mauro Rodríguez. “Violeta” (se utilizará un nombre ficticio para proteger la identidad de la menor) llegó a sus vidas hace dos años, cuando tenía 7 años. Vivía en un hogar de Tartagal luego de que la Justicia determinara que no podía estar con su familia biológica. Sufrió situaciones dolorosas y extremas que sus papás adoptivos buscan revertir.

“Cuando completamos la solicitud de adopción nos encontramos con un ítem en el que sí o sí teníamos que especificar, el rango de edades que queríamos adoptar. Pusimos de 0 a 6 años pero cuando nos avisaron que Violeta tenía 7 nos pareció bien. Pensamos que no había diferencia y que también era una forma de generar conciencia sobre adoptar niños más grandes”, contó Mariana.

La cantautora y su marido viajaron a Tartagal para conocerla. Un abrazo calmó los miedos y sembró el amor más grande. “Ella llegó a nuestras vidas con un bagaje grande de vivencias oscuras. Nosotros elegimos construir un vínculo nuevo con ella y revertir su situación a través del amor. Enseñarle que existe otro camino y que le pueden pasar cosas lindas”, destacó.

El aprendizaje es mutuo dentro de esta familia de artistas. “A nosotros nos cambió el eje de muchas cosas y también las prioridades. Ella está rodeada de mucha información que quizás en otra circunstancia no hubiera recibido. Eso está forjando su personalidad y es maravilloso. Está estimulada con lectura y arte, es otra persona”, finalizó.

Aprender a construir una nueva historia de vida

La historia de Alejandra y Fernando, papás adoptivos de dos hermanitos, “Sol” y “Nahuel”, es también conmovedora. Los pequeños están con ellos desde 2014 y hace dos meses les salió la sentencia de adopción. Cuando el matrimonio los buscó en la Casa Cuna, el nene tenía cuatro años y la nena tres. Hacía dos años vivían en la institución. “Sus recuerdos de la infancia están en el hogar”, contó Alejandra.

“Su historia de vida es muy difícil. Fueron golpeados, además sufrieron de desnutrición y neumonía. Ellos saben que nosotros no somos sus papás biológicos pero desde el primer momento nos llaman papá y mamá”, explicó la mamá de “Sol” y “Nahuel”.

En su solicitud como aspirantes, Alejandra y Fernando, habían manifestado su voluntad de adoptar a hermanos. Aunque estaban seguros de su decisión el camino no fue fácil tanto para la pareja como para los niños.

“Cuanto más tiempo la criatura está institucionalizada más problemas surgen porque no genera vínculos afectivos. A ellos les costó llegar a nosotros. Al principio tenían miedo y desconfianza. Para nosotros fue un cambio grande también. Empezamos a ser padres de golpe, además ayudarlos a ellos para que puedan superar su drama y ser felices”, contaron los papás.

Hoy, “Sol” y “Nahuel” tienen el apellido de sus papás adoptivos. Durante mucho tiempo recibieron ayuda terapéutica y están integrados en el ámbito educativo. El recuerdo de los años de sufrimiento está presente, es inolvidable, pero están aprendiendo a construir una nueva vida. Hoy, 24 niños, niñas y adolescentes salteños esperan la misma oportunidad. 

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