Gabriel Rolón: "no hay otra forma de ser analista que sintiendo en mí el dolor de mis pacientes"

El psicoanalista, autor, actor y músico regresa con la despedida de "Historias de diván" y en esta nota cuenta cómo lo transformó la experiencia de abrir el consultorio a la escena.

16 Ago 2017

Miles de personas acompañaron el debut de Gabriel Rolón como dramaturgo, como autor, como actor y también como guía hacia el interior de una de las experiencias más transformadoras que puede atravesar un ser humano: la terapia. "Historias de diván" comenzó como una memoria personal de experiencias y de a poco fue tomando la forma de una obra literaria, testimonial y profunda, que este fin de semana llegará una vez más a Salta con una única función el domingo, a las 21, en la Casa de la Cultura (entradas por sistema Autoentrada.com y en boleterías de AltoNoa Shopping).

Antes de ese reencuentro, Rolón contó a LA GACETA algunas cuestiones que le pasaron y que pasaron a partir de esta obra, del hombre en el que se convirtió por hacerla y de la capacidad de juego recuperada gracias a la escena.

-"Historias de diván" se despide con más de 100 mil personas que la vieron en todo el país. ¿Qué sentís y pensás que mostró tu obra sobre el estado del alma de los argentinos y por qué considerás que tuvo tanto éxito?

-No creo que la obra haya mostrado aspectos del alma de los argentinos en particular, sino que trata de aspectos del alma del ser humano en general. No importa el lugar en el que vivamos, seguramente todos sufrimos ante la muerte de un ser amado o sentimos culpa cuando consideramos que no estamos respondiendo del modo que éticamente consideramos correcto. El éxito de "Historias de diván", seguramente se basa en primer lugar en la trascendencia que tuvo y sigue teniendo el libro, pero además ha habido un esfuerzo de producción, un trabajo actoral de mis compañeros, la dirección de Carlos Nieto, la música de Gabriel Mores y, creo, un guión pensado y cuidado para tratar con enorme respeto dos historias basadas en hechos reales que, por lo tanto, generan el impacto de lo verdadero.

- El punto de partida de tu libro y luego de la obra fue desde el lugar de terapeuta, ¿cómo transitaste el camino del analista hacia el artista? ¿En algún momento se cruzaron las dos facetas?

-Fue un camino interesante y muy motivador. Es cierto que el analista del escenario debía tener actitudes que en realidad no tengo, reacciones y gestos que le eran propios y en muchas ocasiones Carlos se tuvo que esforzar para transmitirme la necesidad de esos comportamientos que me son ajenos. Pero eso es la actuación y fue un placer increíble la primera vez que sentí la necesidad de hacer en escena lo que hasta ese momento hacía porque él me lo marcaba. Creo que hoy le presto mi cuerpo al personaje y disfruto mucho de esa extraña sensación.


- ¿La escena como espacio simbólico y de representación podría tener algún efecto terapéutico para el espectador? ¿Alivia ver en otros (reales o ficticios) lo mismo que nos pasa?

-Puede ser que algo de eso ocurra, de hecho, el arte moviliza aspectos inconscientes y es capaz de generar emociones insospechadas. De todos modos nunca fue esa la idea de la obra. Sólo quise encontrar una nueva forma de difundir el Psicoanálisis y, por sobre todas las cosas, presentar una obra que estuviera a la altura del espectador argentino, que en temas de teatro es muy calificado.

- ¿Qué descubriste/aprendiste como terapeuta a través de la experiencia de escribir tus libros y hacer este espectáculo?

-Descubrí muchas cosas como hombre. Como terapeuta lo que aprendí fue en la facultad, en los libros, en mi propio análisis y en el consultorio con mis pacientes. Pero como ser humano, la aventura de escribir libros, de guionar para televisión, cine y teatro, y el hecho tan fuerte de estar en un escenario me ha permitido vivir emociones y sensaciones que desconocía. Además, es un ámbito donde puedo recuperar el derecho a jugar sin culpa. Como si por una hora y media pudiera ser un poco un niño.


- El psicoanálisis como arte de hacer consciente lo inconsciente tiene como una de sus herramientas centrales a la palabra y al silencio. ¿Qué es lo más difícil de decir cuando se trata de sanar dolores? ¿Cuáles son los dolores, penas o infiernos que más te conmovieron en tu experiencia acompañando a tus padecientes?

-Cada paciente trae su propio infierno, y como analista intento acompañarlo en ese viaje difícil al interior de sí mismo. Probablemente, la historia de Majo, que forma parte de la obra, haya sido una de las que más me han conmovido. Es muy fuerte ver a alguien tan joven peleándole mano a mano a la muerte. Pero con todos me he comprometido y dejé todo en mi intento de ayudarlos a curar su sufrimiento. Si algo he aprendido es que no hay otra forma de ser analista que sintiendo en mí mismo el dolor de mis pacientes.


- Argentina es uno de los países con mayor cantidad de personas que realizan psicoanálisis ¿qué le aconsejarías a una persona que está buscando empezar una terapia? ¿cualquier persona puede hacerla? ¿alcanza con hacer terapia para ser feliz, o por lo menos ser menos infelices?

-No sé si la felicidad sea algo tan importante. Como analista pienso más en la sanidad, que no es lo mismo. Todos debemos aceptar que el dolor es parte de la vida, y no hay terapia que pueda erradicarlo para siempre. No cualquier persona puede analizarse. Para que esto sea posible es necesario que esté sufriendo, que sepa que sufre, que acepte que algo tiene que ver con ese padecimiento, que se pregunte por qué le pasa lo que está viviendo y que esté dispuesto a cuestionar sus creencias al respecto para buscar la causa que motiva su dolor. Si esto no sucede, podrá hacer otro tipo de terapias, pero jamás será un paciente del Psicoanálisis.


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