Las mujeres construyeron la mitad de las casas de un pueblo

La crisis de fines de los 90 hizo que se animaran a un rubro que les era ajeno hasta ese entonces: la construcción.

14 Oct 2017
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RÍO NEGRO.- Al final de la década de los 90, la crisis económica había afectado a todos los sectores. Se multiplicaron los planes Trabajar y los Jefes y Jefas de Hogar. Fue entonces que un grupo de mujeres aceptó la iniciativa de la entonces intendenta de Pomona, María Maldonado, y sin dejarse amedrentar por los prejuicios decidieron cambiar su destino y el de sus familias: Treinta y seis mujeres comenzaron a trabajar en la construcción. Eran jóvenes de poco más de 20 años que decidieron construir su propio destino.

Fueron pioneras en su localidad, y en toda la provincia. “Fue el primer grupo de estas características que se formó en todo Río Negro. No sólo se construyeron sus casas si no que hicieron más de 100 viviendas en todo Pomona”, se enorgullece la exintendenta y actual legisladora María Maldonado.

El grupo comenzó en 1996 haciendo pequeños trabajos. Ya en el ‘98, después de sus primeros pasos, comenzaron con la construcción del primer barrio de viviendas, y desde entonces no han parado. Llevan más de 20 años haciendo albañilería en la localidad y su ejemplo se replicó en otras ciudades de la provincia.

“Nos pasaron muchas cosas”

“Hicimos la mitad de las casas de Pomona. No creo que esté mal si ponen que somos las constructoras de Pomona”, dice Eliza Bastia, quien tiene 43 años y es mamá de cuatro chicos.

“Nos pasaron muchas cosas en este tiempo. Por ejemplo, en el primer barrio le hicimos la platea y después nos dimos cuenta de que no le habíamos hecho el sistema cloacal. Así que tuvimos que cambiar todo. Con los planes Trabajar teníamos 100 personas, de las cuales la mitad eran mujeres. Y después con las cooperativas, que hicieron las casas, eran 36” dijo Maldonado, recordando los inicios de las cooperativas de las mujeres.

Eliza era ama de casa antes de convertirse en albañil. “Lo que yo quería era trabajar y hacer mi casa. Y salió justo lo de la cooperativa y María nos ofreció que podíamos hacer nuestra vivienda. Mi marido en ese momento decía ‘no, después vamos a quedar aplastados en la casa’. Pero gracias a Dios tengo mi casa”.

“Siempre hablé mucho con mi familia, y ellos me apoyaron. Estoy orgullosa de lo que hago. Me gustaría aprender mucho más”, sostiene con una sonrisa.

Con el tiempo muchas mujeres fueron cambiando de oficio. De aquel grupo numeroso quedaron sólo dos, que aún siguen haciendo trabajos y obras de construcción. De hecho, fueron ellas las que realizaron el cemento para ampliar la calle que está frente al hospital local.

“Quedamos dos”

“No es fácil. Empezamos 36 y quedamos las dos. Se cuestiona mucho lo que hacemos. También una es consciente, cuando empieza a trabajar. Ya no tenés las mismas manos que las demás”, sostiene. “Son las manos de uno; la cara, el pelo, te lo estropeas todo” dice mientras muestra las manos callosas, endurecidas por el trabajo diario en las construcciones.

El trabajo de las dos mujeres no queda sólo en las obras que pueden hacer para el municipio.

“Ahora paramos. Pero ya empiezo otra obra en la casa de mi hermana. Ahí tengo que hacer zócalos, pisos, ampliar. Ya le hice dos habitaciones. Soy la constructora de la familia. Mi nena sobre todo me escribe cosas en Face que me hacen emocionar” sostuvo.

“Nosotros en grupo nos ponemos a contar las cosas que hemos hecho y no lo podemos creer. Hacemos de todo. A nosotros venían, nos dejaban los planos y hacíamos lo que había que hacer”, recuerda.

“Yo estoy desde el principio. Las primeras casas las íbamos levantando mientras aprendíamos. Me hice mi casa. Tengo dos hijas, que me han ayudado y ahora siguen el oficio. Son dos nenas que me ayudan. Dejé la chacra y me vine para acá a trabajar. Para mí es lindo y estoy contenta cuando hay trabajo”, sostuvo Elizabeth Piñipil, quien tiene 47 años.

Rosana Chavero, de 43 años, trabajó durante muchos años en las cooperativas de mujeres constructoras hasta que tomó un puesto en el municipio como ordenanza. “No sabíamos nada de la construcción, fuimos aprendiendo de a poco. Lo primero salió bastante mal. Antes trabajaba en la chacra, cosechaba, hacia cosas de la chacra. Pero no hay trabajo imposible para la mujer. Era duro, muy duro. Mi casa la hice yo con otra compañera, y quedó bastante linda” sostuvo mientras ordenaba y limpiaba con detalle la cocina del municipio.

Rosana vive con sus dos hijos ya grandes. “Vivíamos en la chacra y nos vinimos para el pueblo. Sobre todo con el sueño de tener la casa propia. Y se cumplió” indicó.

“Ahora puedo hacer cosas en mi casa. Si se rompe algo. Ya conozco el oficio” agregó.

Todas ellas tienen algo en común: mucha fortaleza. Lo trasmiten cuando hablan, cuando se acuerdan de lo que han transitado en estos 20 años. En ningún momento se les escuchó hablar de miedo o temor.

“Nos sentimos muy orgullosas de lo que hemos hecho” dijeron Elizabeth y Eliza, antes de comenzar una nueva jornada de trabajo.

FUENTE: RIONEGRO.COM.AR



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