Trabajadores de los CIT temen por sus vidas y las de los menores que tienen a cargo

Desde hace algunos días, operadores de los Centros de Inclusión Transitoria advierten sobre las condiciones deficientes en las que trabajan y piden que se tomen medidas.

07 Dic 2017
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“Tenemos miedo a que las chicas tomen decisiones drásticas, no queremos estar lamentando nada. Ni por parte de las jóvenes, ni de los trabajadores”, expresa, angustiada, una de las trabajadoras del CIT Amanecer.

Los Centros de Inclusión Transitoria (CIT) fueron creados con el objetivo de “brindar alojamiento  y atención  a niñas, niños y adolescentes que se encuentran en situación de vulnerabilidad, (víctimas de violencia o maltrato, abuso, situación de abandono), que por un periodo tienen que ser separados de su entorno familiar”, pero en los últimos años se ha visto que el funcionamiento de los mismos es deficiente.

Este año una auditoría realizada en los CIT que funcionan en Salta arrojó resultados preocupantes, y luego de algunos meses la situación es aún peor. Eso es lo que expresan los trabajadores del complejo ubicado en barrio Castañares, que se encuentran en estado de “alerta y lucha”.

Entre los principales problemas que puso en evidencia la auditoría están la falta de asesoramiento jurídico, los recursos materiales que son insuficientes, la deficiente cantidad de personal y la falta de seguimiento de los niños que salen de estos hogares transitorios.

Sobre la situación, una de las trabajadoras comentó que “estamos preocupados porque no tenemos lo necesario para hacer un buen trabajo, nos preocupa la población que está tan mezclada: tenemos chicos con problemas psiquiátricos, chicos con problemas de adicciones, otros que sufren abandono y que no tienen ninguna adicción; y mezclar esos chicos es difícil para trabajar”.

Además, la mujer agrega que “nos falta el personal y no tenemos los medios que necesitamos para trabajar con estas chicas”.

Pese al reclamo, los trabajadores no quieren poner en evidencia sus identidades por miedo a quedarse sin trabajo pero llegaron al límite de tomar medidas para hacer oír un reclamo que, según afirman, lleva al menos diez años.

El CIT Amanecer está ubicado en Jaime Durán 790, justo al frente de la Subcomisaría de barrio Castañares. Y aunque resulte paradójico, los trabajadores no ven garantizada su seguridad.

“Muchos hechos de violencia se han sucedido acá, a veces es medianoche o madrugada y las chicas andan apedreando, gritando, amenazando. Nosotras recibimos muchas amenazas” 

Además, la mujer agrega que en la comisaría “por ahí no tienen personal, nos ha pasado también con emergencias que hemos llamado porque las chicas habían consumido (drogas) y estaban bastante mal y por ahí nos dicen que no pueden, que no hay médico o ambulancia, o viene el Samec sin médico”.

Poner el cuerpo y arriesgar la vida

“Acá corremos muchísimo riesgo”, manifiesta una de las operadoras del lugar. En total son 15 personas las que están al cuidado de 12 chicas de entre 12 y 18 años en el CIT Amanecer.

Y sobre esta situación la mujer agrega que “no puede una persona estar a cargo de tantos chicos, que huyen y vuelven, es movidita la cosa acá”. Es que al ser un hogar de puertas abiertas, los menores de edad pueden irse y volver. Y cuando regresan, en algunas oportunidades, lo hacen en peores condiciones de las que se fueron.

Un problema extra es que el edificio no alcanza. Una de las operadoras afirma que “acá, el espacio es chico, hay tres habitaciones y dos baños”.

Violencia que sobrepasa

“Hay chicas que no quieren hacer el tratamiento, depende de su voluntad, apelamos al habla, a dialogar, pero se hace muy difícil y lo que más nos preocupa que se está viviendo mucha violencia”

"Necesitamos también resguardo para nosotras y para el resto de la población”, expresa una de las trabajadoras.

Las operadoras comentan que muchas veces las chicas que tienen bajo su cuidado llegan drogadas y en algunos casos se ponen violentas llegando a romper vidrios, sacar cuchillos o agarrar sillas y tirarlas contra la humanidad de otras chicas o de las trabajadoras. En otros casos, salen golpeadas al intentar separar a las chicas cuando se pelean.

“Hace más de un mes que ya veníamos de tres hechos violentos, expusimos esta problemática ante las autoridades y la única respuesta que tuvimos fue que nos mandaron acompañantes terapéuticas como para reforzar las guardias pero nada de raíz”.

Otra de las preocupaciones de las trabajadoras es que, según afirman, reciben amenazas de las mismas chicas que asisten al hogar y que desde el Estado nadie hace nada por protegerlas. “Nos dicen que sabemos a lo que nos exponemos; pero nadie viene a hacer se matar o a hacerse golpear” cuenta una de las operadoras.

“Varias compañeras salieron golpeadas. A veces tenés que salir a hacer una denuncia de todo lo que sucede y recibir amenazas por eso”

Respuestas insatisfactorias

Luego de algunas reuniones en las que se planteó esta problemática, recibieron como respuesta el aumento de personal, pero los voluntarios y contratados están en una situación aún más riesgosa y precaria. “Vienen trabajadores precarizados, les sucede algo y no tienen asistencia. Ni siquiera tienen ART”, comenta una operadora.

Por otro lado, la asistencia de otros profesionales como psicólogos o asistentes sociales es insuficiente para la demanda de las chicas, según consideran las operadoras ya que solo pueden contar con ellos de lunes a viernes por la mañana.

“Necesitamos que las autoridades vean qué medidas se pueden tomar para que acá no suframos tanta violencia y las chicas y nosotras podamos estar a resguardo”, expresa una de las trabajadoras.

En alerta y lucha

Ante la sensación de abandono y desinterés, los trabajadores quieren visibilizar su reclamo y exigen a las autoridades que tomen medidas que puedan resguardarlos no solo a ellos sino también a los menores que habitan en los CIT.

“Estamos yendo al gremio, dialogando, para ver si pueden mediar con las autoridades para que nos den soluciones yo pienso que tienen que tomar decisiones y no sé si van a haber cambios”, afirma una operadora.

 “Nos sentimos totalmente a la deriva. Nos arreglamos como podemos, con lo que tenemos, y no puede ser que sea así. Queremos soluciones no promesas, estamos cansadas de que la situación está igual y empeora”

Por último la trabajadora sentencia: “es triste y desgastante tener que hablar y hacer estas cosas, realmente es preocupante. Ver que todo está estancado, la lucha es de años. Van cambiando cosas que no dan solución, no hay solución de raíz”.


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