Dino Saluzzi: “Cuando uno tiene la música nunca está solo”
El músico salteño brindará conciertos en Buenos Aires. "Sin conciencia ni memoria de nuestra música no tenemos destino como nación", dijo en esta entrevista.
El legendario bandoneonista salteño Dino Saluzzi reaparecerá en escena con un ciclo de conciertos en Café Vinilo de Palermo que, advirtió, "no será un espectáculo", porque las cuestiones del espíritu "no admiten ser parte de una disputa ni de un campeonato" y enfatizó la importancia de recuperar la música argentina porque "sin conciencia ni memoria no tenemos destino como nación".
"Un concierto es un aula de acuerdos, un espacio de comunicación y entendimiento. Observarlo como un espectáculo es un malentendido. Si uno toca desde otro lugar enseguida aparece la frustración. Un concierto es una puesta en común con el otro, un posicionamiento sobre una forma de ver nuestra cultura", expresó Saluzzi, de 82 años, en una entrevista con Télam.
Oriundo de Campo Santo, provincia de Salta, Dino Saluzzi se convirtió rápidamente en uno de los bandeoneonistas y sesionistas más importantes del folclore y el tango para luego radicarse por décadas en Europa, donde logró reconocimiento por su modo de abordar la música universal sin abandonar su singular sonido regional. El prestigioso sello alemán ECM lo integró a su selecto catálogo.
"Tenemos que pensar seriamente nuestro proyecto de país y, en el plano de la cultura, recuperar aquellas cosas que son nuestras. No es posible que siga habiendo un escenario para el tango y otro diferente para el folclore. Eso no tiene sentido. Uno oye la radio o cualquier otro medio y pareciera que hubiera listas negras. Siempre son los mismos tangos. Siempre son los mismos grupos folclóricos. Hay que encontrar la forma de pensar la música desde un lugar que no sea solamente la dependencia económica", reflexionó.
Saluzzi se prepara para concretar sus primeras actuaciones de 2018: serán el viernes 2, sábado 3 y domingo 4 desde las 21.30 en la sala de Café Vinilo (Gorriti 3780), acompañado por Félix "Cuchara" Saluzzi (saxo, clarinete), José María Saluzzi (guitarra), Matías Saluzzi (bajo) y Jorge Savelón Saluzzi (percusión).
A propósito del ciclo, el bandoneonista dialogó con Télam sobre esa y otras experiencias.
Usted había desarrollado el proyecto de una cátedra musical en la Universidad Nacional de San Martín, que no continuará en 2018. ¿Cómo fue el balance de esa experiencia de formación?
- La cátedra "Dino Saluzzi" fue un proyecto de Carlos Ruta (rector hasta 2017) y entre los cambios que hubo en la universidad también nos cambiaron a nosotros. Se había hecho un trabajo interesante, efectivo. Incluso habíamos realizado tres conciertos con ensambles diferentes. Creo que era una idea tan maravillosa, basada en nuestras músicas, el folclore, el tango y algo del rock, que no la comprendieron. De todos modos nos queda la belleza de lo realizado.
La enseñanza es absolutamente compleja. No debería depender de variables tan coyunturales. Creo que nuestra música se merece una comprensión más justa. En este caso, apareció la politiquería y en este país se enseña mucho a tratar como enemigo al que piensa diferente. No podemos vivir rodeados de enemigos.
Nuestras músicas tuvieron una larga etapa de transmisión oral....
- Claro, pero no podemos seguir toda la vida con eso. Por eso era interesante este proyecto. La enseñanza no es para cualquiera. Vos podés tomar un libro de leyes y eso es letra fija, la ley es un concepto, pero la justicia es otra cosa, tiene una dinámica, está abierta. Por eso es más fácil leer un libro que pensar en términos de justicia. Con la música es lo mismo.
Retomará ahora su actividad con un ciclo en Café Vinilo que es hoy, prácticamente, casi la única sala en la que está tocando en el país, ¿Le cuesta hallar condiciones adecuadas para su música?.
Es un lugar con muy buen sonido y, sobre todo, que se propone una relación constructiva con el artista.
Con las salas pasa algo misterioso porque a veces se pone mucha plata en construir lugares de concierto y de todos modos no se llega a un resultado. No suena a arte sino a algo industrial. A veces tocas en un bolichito, como "Pichuco" (Anibal Troilo) hacía, que tenía seis o siete mesas (por Caño 14) y se produce una magia impresionante. Se trata de una comunión de personas que tengan conciencia de lo que están haciendo.
¿Siente soledad en ese aspecto?
Cuando uno tiene la música nunca está solo. Uno se puede sentir segregado si se desvía, si su aspiración es ser famoso o ganar dinero y no la música en sí misma. Ahí claro que aparece la soledad pero es porque en ese caso es uno el que la llama.
En 2017 tuvo un retorno, después de muchos años a un festival folclórico (Cosquín). ¿Cómo evalúa a la distancia aquella experiencia?.
- Me dieron un lugar importante (la apertura del festival), pero también tuve la sensación que cuando expresé lo que expresé (al término de su actuación Saluzzi declaró que ciertas estridencias musicales que había en el festival no eran propias del folclore) se me vino todo el mundo encima. Así que, por un lado, me sentí cómodo, toqué las músicas de mi viejo (Cayetano Saluzzi) y me sentí bien en el escenario, pero también creo a la vez que sin crítica no hay construcción, sin crítica no hay evolución. No se puede evolucionar sin libertad. (Télam)
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