Opinión: “La inflación descenderá en 2018, aunque no de modo espectacular”

Gustavo Wallberg, economista, analiza la inflación de cara al año que inicia y agrega: "ara 2018 puede esperarse una menor tasa de inflación, aunque nada espectacular debido a que se trabaja lentamente sobre sus causas".

12 Feb 2018
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IMAGEN ILUSTRATIVA DE NOTIFE

Gustavo F. Wallberg - Economista

Para 2018 puede esperarse una menor tasa de inflación, aunque nada espectacular debido a que se trabaja lentamente sobre sus causas.

La suba generalizada y sostenida de los precios aparece cuando la emisión de dinero que la población usará para gastar sucede a un ritmo superior al del crecimiento de la oferta de bienes que podrían comprarse con ese dinero. Mayor demanda que oferta implica una presión a la suba de precios. Los ajustes de tarifas, de precios de combustibles y similares, por supuesto que afectan a la población, pero son ruido en las mediciones de corto plazo de los índices de precios, y no hacen al porqué del alza sostenida que es la permanente emisión en exceso.

Su principal causa es el gasto público. Cuando la recaudación de impuestos no alcanza para cubrir las erogaciones del Estado, una alternativa es pedir dinero prestado al Banco Central. Allí se genera la emisión que hace a la presión inflacionaria.

Durante 2015 fue notorio el aumento en el ritmo de emisión del Central: ese dinero se usó para un mayor gasto electoral del Gobierno. El efecto se vio en 2016 (nada es instantáneo): altas tasas de inflación. Durante ese año bajó el ritmo de emisión y de allí viene la menor inflación de 2017. Pero este fue otro año electoral y hubo un nuevo aumento en la tasa de emisión de dinero, aunque no a los niveles de 2015. Esa mayor emisión contribuirá a las tasas de inflación de la primera parte de este año. Para tener una idea de qué pasará en el resto de 2018 hay que analizar las necesidades de financiamiento.

Al respecto, conviene recordar que en diciembre del año pasado el BCRA anunció que aportará cada vez menos al Poder Ejecutivo de la Nación. Eso sí sería una contribución a una menor inflación.

En este contexto, el Gobierno podría acudir al mercado. Si toma deuda en pesos influye poco en la inflación. Es dinero que cambia de manos, no creación. Si es deuda externa, hay complicaciones. Entre ellas, que si es para gasto interno, los dólares deben transformarse en pesos y eso es emisión. Esterilizada mediante las Lebac, el rendimiento de estas hace que el dinero se aleje del dólar, lo que contribuye al atraso cambiario; si no se quiere afectar la cotización de la divisa, hay mayor presión inflacionaria. Es decir, los préstamos del Central o del exterior son problemas si la necesidad de financiamiento es grande.

La solución de fondo es disminuir el déficit fiscal. El PEN va muy despacio, por convicción o por restricción política. Entonces, si lo trazado por el Gobierno se concreta, el ritmo de emisión irá bajando y el año cerrará con menor inflación, aunque no mucho menos. Ahora bien, si se quiere una baja grande en la inflación hay que aceptar una baja grande en el déficit. Para ello se requieren medidas más profundas en cuanto al gasto público. Si se quiere gradualismo hay que aceptar gradualidad en los resultados.

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