Giorgio Agamben es uno de los pensadores más importantes. Por eso hay que celebrar cada libro que se traduce al castellano, de este filósofo italiano. Recientemente, llegaron a las librerías La Aventura y Karman (Breve tratado sobre la acción, la culpa y el gesto), ambos publicados por Adriana Hidalgo editora.
El breve tratado sobre La aventura empieza con una historia mitológica, en la que se vincula la generación de hombre a cuatro dioses: el Demonio, la Suerte, el Amor, y la Necesidad. El arranque no es gratuito (porque nada en Agamben lo es): a lo largo del libro se abordará la relación entre la aventura y estos conceptos a lo largo de la historia; también de la relación entre Aventura y narración.
La idea de buscar las viejas concepciones de la Aventura tiene un por qué: “las concepciones modernas de la aventura podrían obstruir el acceso al significado originario del término. En efecto, el final de la Edad Media y el inicio de la Modernidad coinciden con un eclipse y una desvalorización de la aventura”, diagnostica Agamben.
Agamben consigue mostrar que algo que parece tan simple y transparente, encierra una complejidad exquisita.
En Karman los conceptos de la causa y la culpa vertebran un poderoso ensayo. Los conceptos son importantes, porque se relacionan con el sistema de derecho y también con la religión.
En la página 18 Agamben sintetiza la importancia del tratado: “Tomar conciencia del origen jurídico, político y, más tarde, teológico, del vocabulario de los saberes de Occidente es lo único que podría permitir liberar al pensamiento de los vínculos y de las signaturas que lo obligan a avanzar casi a ciegas en una única –y quizá funesta- dirección”.