LA GACETA Literaria

Los comienzos

Primeras líneas de algunos de los cuentos de El Puente.
23 Ago 2020
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NOTICIA DE VICENTE BARBIERI

Tomás Eloy Martínez

En el parque de diversiones me esperaba el Desconocido. Estaba de pie, junto a la puerta de entrada. Su libro del mes de noviembre trasladaba todos los rostros a la penumbra.

FANTASMAS

Hugo Foguet

Con un pretexto cualquiera nos reunimos a beber unas copas, Julián Parma, Raúl Lazcano, Edmundo Graham y yo. Los cuatros somos oficiales de un buque mercante, el lugar de la reunión: el camarote de Parma. Lazcano trajo la botella de cognac, colocada sobre la mesa-escritorio.

AY ENRIQUE

Elvira Orphée

Quedaba en un paraje de mosquitos, de maderas podridas, de río. Las circunstancias me habían obligado a vivir en esa casa extraña.

ASÍ ES MAMÁ

Juan José Hernández

No he conocido a nadie que posea la blancura de mamá. ¿Cómo extrañarse de que se llame Blanca? Vanamente, las pensionistas de mi casa pretenden imitarla: se pintan de azul los párpados, caminan sobre tacos Luis XV cruzan las piernas y fuman con aire lánguido. Como hace mamá.

UN ALMA PENITENCIARIA

Dardo Nofal

Recién entonces, de tarado nomás, me di cuenta de que aquella noche, después de que él cerró su negocito y mientras tomábamos un vaso de vino para asentar el picado de queso y mortadela, a don Cristiano aquel recuerdo le reventó en el centro de su memoria, de su soledad y de su lejanía.

El tren

Jorge Estrella

Hay polvo en el aire. Zacarías ha dejado su rancho y camina hacia la parada ferroviaria. Su perro trota a un Iado y de a ratos estira el hocico para husmear el olor de pollo hervido que sale del avío. Han dejado la huella que cruza en diagonal el lado sur del monte y se aproximan al terraplén. El andén de la parada está vacío. El tren que lleva a la Gran Ciudad pasa a las diez, Sol alto ya, y llega a destino veinte horas después, cuando ha recorrido mil trescientos kilómetros.

EL JUEGO

Osvaldo Fasolo

Mi vida se alargaba, agitada, entre barriletes y cajas de zapatos cargadas de piedras, con las que jugábamos carreras. Por lo general, a la meta sólo llegaba el piolín del que tirábamos pues la caja quedaba destripada en el trayecto.

LA ÚLTIMA BALLENA

Horacio Elsinger

No recuerdo con precisión la fecha en que la ballena llegó a Tucumán, entonces yo era un niño de nueve años. Creo que fue en el otoño de 1958. Me enteré de su llegada una tarde que jugaba a las bolillas con mi primo en la calle y escuchamos el anuncio que hacía un autoparlante al pasar.

LA FAENA

Rogelio Ramos Signes

El picaporte de su puerta sólo funcionaba desde  adentro, lo que favorecía el crimen y no despertaría sospechas.

TERTIUM ORGANUM

Alberto Rojo

Entré en la Biblioteca Nacional buscando una clave y me fui con muchísimo más. Mi intención era rastrear anotaciones de Borges en los libros que posiblemente leyó mientras era bibliotecario. José Edmundo Clemente había intentado disuadirme insistiendo en que Borges jamás anotaba sus reflexiones en libros que fueran propiedad de la Biblioteca. De modo que decidí convencerme por mí mismo.

EL JUGADOR

Máximo Chehín

Es curioso que papá haya sido el que más se opuso a la mudanza. Es curioso ahora, claro, después de todo lo que pasó, porque en ese momento los argumentos de papá fueron totalmente racionales - los argumentos de papá siempre eran súper racionales.

CONJETURAL

María Belén Aguirre

Orson, el megalómano creador de proyectos cinematográficos imposibles, huye de sus voraces acreedores -solitario, obeso, insatisfecho- , camino a Los Ángeles. Los ha burlado a todos.

EL ACTA

César Di Primio

El siguiente relato nada tiene de ficticio, pertenece al libro de actuaciones policiales del corriente año, de la comisaría 50 del barrio de Flores, Capital Federal. En necesario aclarar que el agente Enrique L. Pellegrini, redactor del presente informe, en sus horas de ocio, ejerce una ligera afición por la literatura, lo cual no invalida el peso jurídico que pudiera contener dicho expediente.

VENGANZA CONTRA LOS GENTILES

Santiago Garmendia

Delgado era un pan de Dios y le había tocado el jefe de cátedra más maligno que se pueda concebir. Yo los tuve de profesores a ambos. Avellaneda era un gran conocedor de textos y autores, pero aburrido hasta la muerte en clase. Era como si al enseñar pensase en un idioma que no acabara de manejar bien, y tuviera que estar descifrándose a sí mismo todo el tiempo.

UNA PISTOLA VACÍA

Gabriel Guanca Cossa

García caminaba apurado. Era de noche, las calles estaban vacías y hacía frío. La neblina rodeaba todo y le dificultaba la vista y convertía las casas, los árboles y algunos coches estacionados, en arquitecturas anónimas apenas visibles.

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