Días atrás se conoció que el Monobloque Salta, o Monoblock Salta como lo conocen los salteños, será declarado Monumento Histórico Nacional, junto con otros ocho edificios de todo el país, considerados obras emblemáticas del movimiento brutalista, caracterizados por el uso del hormigón crudo como material de terminación.
Si bien en Salta hay más de 28 casas, dos barrios y varios edificios, diseñados por el arquitecto Eduardo Larrán, el Monobloque Salta es sin dudas el que resume el movimiento moderno en la arquitectura. “La arquitectura moderna era un proyecto social en donde se tenía muy en cuenta a las personas y su entorno. La modernidad inaugura un lenguaje en donde se construía sentido a partir de la geometría y se caracterizó por equiparar los problemas de la arquitectura: el asoleamientos, calidad de los espacios, economía en la obra, todo era importante”.
“Estudié muy bien la Unidad de Habitación de Marsella, de Le Corbusier, que data de 1945, porque siempre me han inquietado los edificios orientados a los cuatro lados”, dijo Larrán.
Revalorizar y proteger el patrimonio arquitectónico es algo que se realiza en todo el mundo. La corriente moderna se está protegiendo actualmente mucho en Europa y Estados Unidos, explica la arquitecta Cecilia García Ruffini, del Colegio de Arquitectos de Salta. “Estamos muy contentos con esta noticia, nos parece importantísimo que el edificio sea declarado junto a la Biblioteca Nacional de Clorindo Testa, es decir, son obras paradigmáticos e importantísimos para nuestro país”, agregó.
La historia oficial: Larrán cuenta cómo se hizo el Monobloque Salta
Ana Petronsi le realizó una de las últimas entrevistas, antes de fallecer en 2012, para la revista ARQA Ar. A continuación, reproducimos sus reflexiones sobre la creación del edificio.
“Estaba tan ilusionado que terminé haciendo todo, me puse en campaña y busqué un terreno que se adecuara a lo que me estaba imaginando. Una vez finalizado el proyecto, viajé a Buenos Aires y lo presenté en el Banco Hipotecario Nacional para su financiamiento”.
“En 1960, las autoridades de del gobierno de la UCRI (Bernardino Biella) me piden que piense en una obra que quede como símbolo del paso por el Gobierno Provincial. Ahí recapacité: tengo una gran oportunidad de hacer un edificio de vivienda social en altura ofreciéndole a la gente disfrutar de la naturaleza y de la vida sana y placentera como si viviera a nivel del terreno, lo que no podrían tener serían las gallinas. Opté por un volumen único separado del terreno, que se parquizó para uso de los propietarios y sus niños, generando de esta manera una zona verde para recreación al Norte de cerca de media manzana, con un sector para estacionamiento, al Sur. Al retrasar el bloque respecto de la línea municipal norte (casi treinta metros), el parque proyectado toma aún más importancia porque hace, a la vez, de plaza urbana. Salta tiene la mala suerte de no disponer de parques, sólo unas pocas plazas componen el espacio verde público de toda la ciudad”, expresó Larrán.
“El bloque tiene 16 pisos en altura, bien plantados sobre ocho pares de pilotines y desarrollado en más de cien metros de largo de este a oeste. Verdaderamente, constituyó un gran salto de escala en la ciudad, todavía baja, entonces, en altura. El proyecto fue un gran desafío, tanto de diseño como de construcción. Estudié muy bien la Unidad de Habitación de Marsella, de Le Corbusier, que data de 1945, porque siempre me han inquietado los edificios orientados a los cuatro lados. Son 160 departamentos en dúplex de cien metros cuadrados. Los desarrollé pensado que las mismas actividades que se podrían llevar a cabo en una vivienda en planta baja podrían desarrollarse también en altura. Fueron resueltos en dos plantas: estar o cocina, lavadero y una increíble terraza de quince metros cuadrados en doble altura, en la planta baja, y las habitaciones en el piso superior, logrando una adecuada orientación al norte y buenas vistas en casi todos sus ambientes y ventilación cruzada”, agregó el arquitecto.
“Estaba tan ilusionado que terminé haciendo todo, me puse en campaña y busqué un terreno que se adecuara a lo que me estaba imaginando. Una vez finalizado el proyecto, viajé a Buenos Aires y lo presenté en el Banco Hipotecario Nacional para su financiamiento, luego llamé a licitación para su ejecución en dos etapas, y seguí la dirección de obra, sin estar en la función pública y sin contrato, tan sólo hasta la primera losa, vale decir por amor a la ilusión de hacerlo realidad. Algo que siempre hice, tanto en mi actividad privada como en la pública, es aplicar los mismos principios, sin pensar en el tamaño e importancia de la obra, sino en sus ocupantes, pues sus derechos como seres humanos son iguales para todos frente a la arquitectura: buena iluminación natural, asoleamiento, ventilación, espacios verdes, vistas y valores estéticos. Vale decir Sustentabilidad”, explicó.
“Hoy, el monobloque está en perfectas condiciones, tiene una buena administración y eso permite su mantenimiento constante. ¿Si le modificaría algo? Claro que sí, revería el tema del remate, creo que le falta una mayor escala, el doble de su altura. La proporción es básica, es el ABC de la arquitectura: otra enseñanza de (Eduardo) Sacriste. A las viviendas las dejaría tal cual están, aunque sé que han sido muy criticadas. Se han tejido fantasías increíbles sobre sus defectos, pero me tiene sin cuidado, porque conozco a sus usuarios y se perfectamente que hoy disfrutan de lo que antes no tenían”, expresó el profesional.
“El apoyo técnico que tuve fue de primera calidad por parte del Ing. Arturo Mario y Guzmán y su gran colaborador el Ing. Ramón González Saleme. Es la primera estructura en hormigón armado antisísmica de la zona para un edificio en altura. Me han dicho que ochos años más tarde de su terminación, el Municipio logró sacar una resolución para implementar el control antisísmico. El edificio está compuesto con vigas placas en los testeros y losas sin vigas ni columnas, y pese a sus ciento diez metros de largo, no posee juntas de dilatación”, finalizó Larrán.
Las frases de Eduardo Larrán
Su concepción de la arquitectura es muy clara y se encargó de difundirlas en todas las entrevistas y charlas que brindó hasta antes de su muerte.
De una entrevista que se puede ver on line, realizada por Martín Mainoli, LA GACETA seleccionó las frases más destacadas de este referente de la arquitectura moderna.
“La arquitectura moderna es la expresión de la época en la que uno estaba viviendo y no queríamos repetir lo que se venía haciendo”.
“Las grandes obras maestras de la arquitectura no nacen en el papel, nacen en la mente, es la idea la que vale”.
“Eduardo Sacriste (arquitecto, su maestro) nos inculcaba que antes de proyectar la obra debíamos conocer al comitente o a quien solicitaba el trabajo del profesional arquitecto. Se proyectaba con la cabeza”.
“La arquitectura es un problema de espacio, la realidad no está en las cuatro paredes y el techo, sino en el espacio que ellos encierran”.
“La sustentabilidad surge naturalmente al hacer una buena arquitectura porque la buena arquitectura es naturalmente sustentable”.