Alrededor de 3000 peregrinos participaron de la misa a las 00 del lunes en la parroquia San Antonio de Padua para luego partir hacia la ciudad de Salta con un recorrido de cuatro días. La celebración estuvo a cargo del monseñor Dante Bernacki que viene acompañando a los peregrinos desde Mina Patito en la puna salteña.
En total son 164 kilómetros entre San Antonio de los cobres hasta Salta capital que se realiza en dos tramos. Todo el recorrido está acompañado por Gendarmería Nacional y por la policía local hasta finalizar la jurisdicción de Los Andes. Luego tomará la posta efectivos de la policía de Campo Quijano.
La peregrinación de la Puna comenzó el 5 de septiembre con la partida de los fieles de Tolar Grande y tres días después con los de Mina Patito. Mientras que el sábado salieron los caminantes de la localidad de Santa Rosa de los Pastos Grandes.
Sebastián Clemente colabora con la comisión de “Los peregrinos de la Puna” hace tres años activamente pero camina hace 12 años. Sus inicios en la peregrinación comenzaron a los ocho años de la mano de su mamá.
“Camino por la devoción y el amor que uno tiene a los santo patronos y en agradecimiento más allá de lo material, por la familia, amigos y las persona que uno conoce” dijo el joven colaborador a LA GACETA.
La ruta de la fe
El trayecto que realizan los peregrinos de la puna combina desde camino de tierras hasta rutas pavimentadas.
Sebastián dijo a LA GACETA que uno de los tramos más difíciles es “el de San Antonio - Santa Rosa de Tastil por el frío y el camino que es de tierra”. A modo de anécdota cuenta que: “un año el agua que llevamos en la mochila se llegó a congelar".
En el primer tramo se caminan 53 kilómetros por la vieja ruta N° 51 que es de tierra y que cruza las montañas de la zona. “Elegimos esta ruta porque es un poco más corto” dijo Sebastián.
Si bien la diferencia de kilómetros entre ambas rutas es de 4 kilómetros, la preferencia por la ruta vieja tiene que ver con que no es muy transitada y facilita el desplazamiento de los peregrinos y vehículos que acompañan la marcha.
Sin embargo, uno de los desafíos más intensos que se viven durante la peregrinación es la subida del Abra de Muñano que se encuentra a 4.073 metros sobre el nivel del mar. La montaña se sube desde un lado en un zigzag que va tomando altura y cuando se desciende por el otro, aguardan largas curvas para retomar un trayecto recto hasta “La Bomba” donde se descansa y se desayuna.
El otro gran tramo se realiza ya sobre la ruta pavimentada N° 51 hasta Santa Rosa de Tastil después del almuerzo. Si bien el camino es menos inhóspito la caminata se hace interminable. "Uno piensa que Santa Rosa está a la vuelta pero pareciera que nunca se llega destino" dijo Clemente.
El menú de los peregrinos
La comida de los cuatro días que dura la peregrinación está cubierta por los 150 pesos que se abonan al momento de la inscripción.
“Si bien se reciben donaciones que son el 20 % de todo lo que se necesita para los cuatro días, el otro 80% se los cubre con el dinero de la inscripción” señaló Sebastián a LA GACETA.
Durante el trayecto también hay familias que se solidarizan con los peregrinos y preparan diferentes platos de comida. Si bien solo son algunas porciones que no alcanzan para todos, la comisión se encarga de preparar el faltante.
Entre los menús que se sirve a los peregrinos hay milanesas con arroz, picante, sopa, entre otros.
También a lo largo de la marcha se instalan puntos de hidratación y descanso para hacerle frente a las altas temperaturas.