Un embarazo que transcurre libre de humo de tabaco es un embarazo
más saludable para la madre y el niño. Los riesgos vinculados a las sustancias
nocivas del cigarrillo son muy severos y van desde el bajo peso al nacer, el
parto prematuro y las malformaciones, hasta los abortos espontáneos y la muerte
súbita del lactante, entre otros.
Fumar
durante el embarazo pone en riesgo la vida del bebé que viene en camino. El cigarrillo
contiene miles de sustancias tóxicas perjudiciales para la salud, pero las que
más afectan al niño dentro del útero son el monóxido de carbono y la nicotina.
Se debe a que estos elementos traspasan la placenta y disminuyen la cantidad de
oxígeno que llega al bebé.
Aproximadamente
del 15 y al 20% de las mujeres continúa fumando durante el periodo de gestación
con todas las complicaciones que esto conlleva. La buena noticia es que la
mayoría abandona este hábito ni bien descubren que están embarazadas.
El
consumo de tabaco puede tener consecuencias muy severas y hasta producir la
muerte de la madre o el niño. Puede afectar el desarrollo y crecimiento del
feto, aumenta el riesgo de parto prematuro y nacimiento de bebés de bajo peso. También
está asociado a las malformaciones congénitas, muerte súbita del lactante y
enfermedades respiratorias.
Al
nacer puede presentarse el síndrome de abstinencia en el niño, lo que se
manifiesta con irritabilidad y llanto persistente. El bebé está intranquilo y
no duerme bien por las noches. Es más frecuente cuando la madre fuma mucho. La
cantidad de cigarrillos se relaciona directamente con el aumento de los
riesgos.
Estudios
realizados sobre hijos de madres fumadoras sugieren que aunque no aparezcan
problemas en el recién nacido, estos pueden presentarse en la niñez y en la
edad adulta sobre todo si la madre sigue fumando. Estos chicos tienen mayor
riesgo de obesidad, diabetes, trastornos de la conducta, problemas de inserción
escolar, adicción en la adolescencia, entre otros.
Riesgos para la madre
Las mujeres fumadoras tienen mayor riesgo de
infertilidad, embarazo ectópico, aborto espontáneo, ruptura prematura de
membranas, desprendimiento de placenta, placenta previa y complicaciones
durante el parto.
Dejar
de fumar no es tarea sencilla teniendo en cuenta que se trata de una adicción.
Por eso es fundamental tomar esta decisión pensando en que la salud del bebé es
prioritaria y aprovechar esta oportunidad para abandonar el vicio de manera
definitiva, disminuyendo así factores de riesgo para el cáncer de pulmón y
enfermedades cardiovaculares. Ayuda mucho la contención familiar y sentirse
acompañada por la pareja en esta determinación.
Las
embarazadas que no fuman pero se ven expuestas al humo del cigarrillo se
convierten en fumadoras pasivas. Al inhalar ese humo están exponiendo a sus
bebés a los mismos riesgos que tienen las madres fumadoras. Cabe recordar
que las sustancias tóxicas del tabaco permanecen por varios días en alfombras,
muebles y cortinas. Sólo los ambientes 100% libres de humo protegen la salud de
la gestante y su hijo.
Lactancia y tabaco
Los especialistas recomiendan a las madres no fumar
mientras amamantan, ya que esto disminuye la cantidad y los nutrientes de la
leche materna. Además, las sustancias nocivas del tabaco como el monóxido de
carbono y la nicotina pasan al bebé a través de la leche.
De todos modos, vale aclarar que las madres
fumadoras no deben interrumpir la lactancia. En última instancia si la mujer no
puede dejar el cigarrillo, se sugiere que fumen uno o dos por la noche, después
de la última mamada.
Sabías qué?
En nuestro país el 26% de las mujeres en edad fértil son
fumadoras y tienen un consumo promedio de 9,4 cigarrillos por día. Asimismo, un
34% está expuesto al humo de tabaco ajeno.
Fuente: Ministerio de Salud Pública de la Nación.