Comer en familia

26 Jul 2017
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archivo saltabebé revista

Compartir la mesa familiar trae aparejados numerosos beneficios para la relación de pareja, el crecimiento y desarrollo de los hijos y la unión de la familia.  Fortalece los vínculos, ayuda a disfrutar de los alimentos y contribuye a la organización del hogar. Numerosos estudios demostraron que los niños y adolescentes que no comen junto a sus padres son más propensos a los problemas de comportamiento y adaptación. 

Quizás en la vorágine en la que estamos acostumbrados a vivir, no nos detuvimos a pensar que algo tan sencillo y cotidiano como comer en familia, pudiera reportar tantos beneficios para nosotros, como para nuestros hijos. 

Uno de esos beneficios es el fortalecimiento de los vínculos familiares. A lo largo de la historia, compartir con otros los alimentos ha sido señal de dar y recibir afecto, sentirse valioso para los demás y encontrar otra manera de comunicarse. 

La hora de la comida puede convertirse en el momento más importante del día si los niños aprenden de sus padres a comer en un clima de amor y serenidad. De esta manera podrán disfrutar de los alimentos reconociendo olores y sabores que perdurarán en sus memorias.  Por el contrario, comer en un ambiente tenso, en medio de discusiones, gritos, ruidos molestos o música a alto volumen hace mucho más difícil digerir los alimentos. Recordemos que el estómago es muy sensible a las situaciones de estrés. 

Crear rutinas diarias y establecer horarios para las comidas es fundamental para que los chicos vayan adquiriendo pautas de organización y respeto por el tiempo del otro. Una comida no debería realizarse en menos de 15 a 20 minutos y es bueno masticar lentamente cada bocado. Por eso se recomienda no apurar a un niño cuando está ingiriendo los alimentos. 

No obstante, el ritmo tan acelerado y los horarios cada vez más ajustados, a menudo hacen que chicos y grandes comamos rápido y en soledad. De acuerdo a numerosas investigaciones científicas un niño o adolescente que no come en el hogar con sus padres es más proclive a comportamientos de riesgo, problemas de adaptación, mayor tendencia al uso del tabaco, alcohol y marihuana, bajas calificaciones, depresión e intentos de suicidio. Otros estudios aseguran que el declive de la comida familiar es una de las causas que ha provocado el aumento de la obesidad, teniendo en cuenta que la ansiedad y la soledad llevan a comer en exceso. Por otro lado, se ha demostrado que no comer en familia aumenta el riesgo de padecer bulimia y anorexia. 

Sin dudas, los niños que comen con sus padres tienen una alimentación más balanceada y desarrollan hábitos más saludables. Poseen la oportunidad de expresarse, de ser escuchados, de sentir que sus inquietudes y opiniones son tomadas en cuenta. Los padres tienen la valiosa posibilidad de transmitir valores, orientar y conocer más a sus hijos. 

Sin embargo, un error sumamente común en estos días es no apagar el teléfono celular y responder a las llamadas mientras estamos almorzando o cenando. Otra distracción presente en la mayoría de los hogares es la televisión. Es nuestra decisión dejarlos encendidos o apagarlos, pero no debemos olvidar que cada una de esas reuniones familiares será única e irrepetible.  

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Con el asesoramiento de Jorge Valdez. Médico Pediatra. MP 2959




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