“A mi nieto le tuve que decir que su mamá se fue al cielo”, dijo la mamá de Marisa Gabriela Zubelza

El juicio por el femicidio de la joven en Villa Lavalle inició con testimonios claves, contradicciones y el silencio del único acusado, “Ñato” Peralta.

06 Mar 2018
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UNIDOS EN EL DOLOR. De izquierda a derecha, una tía; María Luz, hermana de Marisa, y Paula Osvaldo, mamá. FOTO LA GACETA

“A mi nieto le tuve que decir que su mamá se fue al cielo”, dijo y quebró en llanto Paula Osvaldo durante la primera audiencia de juicio por el femicidio de su hija, Marisa Gabriela Zubelza.

La mujer contó paso por paso cómo fue el último día que vio a su hija, cómo se enteró de lo que le ocurrió y cómo vive hoy la familia, afectada entre el recuerdo y el seguir adelante.

“No sabía que esa noche mi hija se iba a una fiesta”, dijo y agregó que se fue a dormir intranquila, pero no pudo conciliar el sueño. “A las 5 tuve un presentimiento, la llamé a Marisa y nunca me atendió”, recordó.

Inició el juicio por el femicidio de Marisa Zubelza con cinco testimonios claves

El sábado 27 de mayo de 2017 Paula debía tomarse temprano un colectivo para ir a trabajar, pero la angustia de no saber qué había pasado con su hija la perturbó. “Ese día fui más tarde a trabajar pensando en ella”, dijo.

Cerca de las 14 una patrulla fue a su casa y un oficial le dijo que habían encontrado a su hija en 26 de Mayo, “pero los policías no daban más detalles”. Junto a su hija María Luz se subió al patrullero y recibió la noticia que le cambió la vida: Marisa había sido estrangulada con un cordón de zapatillas a la salida de una fiesta en ese barrio.

“A las 19.20 la Policía me confirmó que era mi hija; no sabía cómo decírselo a mi mamá que también vive con nosotras”, recordó.

El asesinato de Marisa les cambió la vida. “Mi nieto todavía no acepta lo que pasó y yo le digo que su mamá lo está viendo desde el cielo”, declaró y quebró en llanto mientras José Alberto Peralta, alias “Ñato”, acusado de ser el autor del crimen escuchaba sin mirarla.


La tristeza invade a la mujer que definió que desde el asesinato de su hija su vida es “horrible”. “La extraño mucho, no siento su presencia y me siento mal, sin ella no puedo vivir”, dijo ante el Tribunal y recordó que Marisa anhelaba terminar el secundario para inscribirse en el Ejército.

La pérdida repercutió en ella, en su nieto de quien ahora cuida como una mamá, y en la abuela de Marisa. Paula Osvaldo relató que la mujer sufre problemas de huesos y desde que la joven fue asesinada su salud se agravó y no camina. Además, María Luz, que estuvo en los instantes previos junto a Marisa en la fiesta en barrio 26 de Marzo realiza un tratamiento psicológico hace siete meses para superar la situación.


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