Daniel Medina: "la idea de la novela era mostrar eso que se quiere ocultar"

El autor y periodista presenta mañana "Después de las imágenes", su primera novela y en la que plantea una mirada crítica y ácida sobre la salteñidad, con un apocalipsis zombi en un futuro no muy lejano.

13 Jul 2018

Salta sumergida en una invasión de zombis que peregrinan por el centro y los barrios, contagiándose el virus con mordidas en las procesiones del Milagro, convirtiendo el mundo conocido en una marea de muertos vivientes. El escenario de "Después de las imágenes", la primera novela de Daniel Medina que mañana presentará Editorial Nudista en la Biblioteca Provincial, es una fantasía de delirios lúcidos, de conversaciones sobre la salteñidad en planos que el autor superpone como en una especie de película mental guiada.

La crítica y la reflexión sobre las maneras de relacionarse y de ser en la sociedad salteña vuelven, como en los cuentos de "Oparricidios", a cruzarse con una veta de humor escatológico, revulsivo y desopilante. Una manera personal y perturbadora que Medina define como la mejor manera de hacer visible lo que permanece oculto ante la mirada de todos.

Cuatro años después de "Oparricidios", volvés a diseccionar la idiosincrasia salteña, ahora en una fantasía futurista no muy lejana, con Tinelli presidente y un mundo hipervigilado y convertido en un show de alto consumo en las redes sociales ¿Qué te permitió decir y qué quisiste decir sobre la salteñidad desde este tono y este formato, que no hayas dicho en los cuentos?

La novela siempre da más espacio que los cuentos para ahondar en ciertos temas. En Salta me parece muy impactante el contraste de poder acceder a una tecnología que te conecta con todo el mundo, mientras tenés aspectos culturales anclados en el medioevo. Y ese contraste se hace más evidente cuando, en te caso, quienes observan lo que pasa en Salta son personas que no viven en la provincia y por lo tanto no han naturalizado ciertas prácticas. Naturalizar es hacer invisible. La idea de la novela era mostrar justamente eso que se quiere ocultar.

La historia mantiene el tono de novela negra y de sátira, de humor ácido, con citas y guiños pop y un trasfondo decadente de apocalisis zombi, sin héroes ni villanos. Incluso los zombis se van revelando más cerca de una revolución de oprimidos, y los vivos cada vez más desdibujados y esclavizados en sus vidas y roles. Tu mirada es a la vez crítica, ética y estética sobre el lugar y papel de los medios de comunicación en este apocalipsis ¿cómo fue apareciendo la historia y las referencias que hacés, desde QPA hasta la voracidad por los videos virales y la posible salvación de "lo humano"?

En una provincia donde todo tiende a la solemnidad, el humor me parece una herramienta eficaz de desacralización. Poner bajo esa lupa del humor a una agencia que genera videos viralizables sirve para satirizar lo que un medio está dispuesto a hacer por un click. El director de QPA reactualiza una vieja frase que se le atribuye a Chiche Gelblung cuando era jefe de redacción de la revista Gente, durante la dictadura: “que la verdad nunca se interponga entre vos y una buena nota”. Y hay algo también muy llamativo en los consumidores de esos videos: el problema para diferenciar entre ficción y realidad.

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Los que escriben no se ponen de acuerdo en si es más arduo crear cuentos o novelas ¿Qué podrías decir sobre esto, despues de Oparricidios y con DDLI ya publicada?

Me gustan ambos géneros. Tienen exigencias distintas. La novela me dio más posibilidades de experimentación, sobre todo en algunos capítulos. También hay una diferencia muy grande en el proceso de escritura: un cuento se puede construir en uno o dos días; una novela lleva meses y no se sostiene por un lapsus de inspiración, uno debe convertirse en un obrero de la palabra. El primer borrador lo terminé en 40 días: salía de trabajar a la medianoche y me quedaba hasta las 4, 5 de la mañana, trabajando cada capítulo.

¿Cómo planeaste la estructura de la novela y los personajes? Te imaginaste que pueda llegar a ser una película?

Me llevó un tiempo darme cuenta de la estructura de la novela. Al comienzo no tenía pensado que cada capítulo fuera un video de YouTube, videos que conforman un gran documental. Tiene mucho de un subgénero llamado found footage o metraje encontrado: la idea es que se trabaja con imágenes “encontradas” o de archivo y hay alguien que las analiza o comenta. La novela es muy visual, tiene una relación muy fuerte con el cine, se apropia de muchos de sus recursos, pero no sé cuál sería el resultado inverso. Transponer la historia al cine, tendría otros desafíos.

 

Los personajes de DDLI no se enamoran, no aman, no hay sabios ni redentores, pero algo de todo eso aparece y desaparece en cada uno.

Los sobrevivientes tienen un gran desafío: saber quiénes son ellos realmente, después del apocalipsis. Además las presencias de las cámaras generan un conflicto constante, porque el que sabe que está siendo filmado deviene en actor.

En el contexto de una fantasía apocalíptica, el autor de Oparricidios se define como un escritor realista ¿Cuándo pensaste por primera vez la imagen del apocalipsis zombi salteño?

Los youtubers, los videojuegos, la presencia de internet, no son elementos de ciencia ficción, son elementos totalmente actuales. El zombi es el único factor que irrumpe en esa realidad, sin terminar de trastocarla. La idea de incluir zombis fue extraña, yo lo que quería, en un primer momento, era que pasara alguna situación extrema que obligara a los personajes a permanecer encerrados y convivir. Me di cuenta de que debían ser zombis una vez, cerca de la ruta, cuando vi de lejos llegar a un grupo de peregrinos para la festividad del Milagro: me pareció que tranquilamente la escena podría haber sido sacada de una película de zombis.

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Si esto fuera una autonota ¿Qué más te gustaría contar de la novela?

Nada. La novela se tiene que defender sola.

PARA AGENDAR 

Sábado a las 19.30 en la Biblioteca Provincial, Belgrano y Sarmiento. Editorial Nudista presentará la novela "Después de las imágenes" de Daniel Medina, los cuentos de Salvador Marinaro "Una tristeza decente" y "Hikaru", una novela de Mario Flores. Entrada libre y gratuita.


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