Reseña “Como si fuera de día”, de Elián del Mestre

¿A quién le interesa la vida privada de los poetas? ¿Queremos leer sus verídicos territorios personales a rajatabla? ¿Acaso no es la cúspide de la autorreferencia andar contando lo privado con forma de poema? Estas son algunas preguntas que generó el libro.

05 Jul 2019
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(*) Por Mario Flores

En un ensayo titulado “Árboles cerrados”, Alejandro Zambra anota: “escribir es leer un texto no escrito”. Es decir, la escritura es la lectura de esos libros que nos gustaría - que necesitamos - leer. Claro que el resultado final puede variar con las expectativas. Walter Benjamin decía que el arte de contar historias es el arte de seguir contándolas: habitamos la escritura porque es la otra dimensión de la experiencia. Pero ¿qué pasa cuando la escritura es también la experiencia, aquí y ahora?

Yo soy alguien que no acostumbra a creer lo que lee: nada es cierto. El narrador no es el autor, el yo lírico no es el poeta, y lo que se cuenta no es una crónica directa de la realidad: habitamos la influencia de la ficción en la realidad, no al revés. Pero leyendo “Como si fuera de día”, de Elián del Mestre (2018), me di cuenta de que la poesía no estaba separada de la vivencia que transitan los poemas. Me cagó: todo es verdad, todo pasó, y los poemas se pueden leer como una bitácora de viaje entre dos corazones que se encuentran lejos.

¿A quién le interesa la vida privada de los poetas? ¿Queremos leer sus verídicos territorios personales a rajatabla? ¿Acaso no es la cúspide de la autorreferencia andar contando lo privado con forma de poema?

Acá hay un impasse: esa historia de dos que se conocen - que casualmente también es el poeta que escribe, que también es la voz del libro - no es la típica historia condicionada por el amor romántico. Más bien se trata de una historia de la distancia. Porque aunque el poeta está enamorado de la chica que conoció en Cuba - Emilia, a quien le escribe los poemas - y aunque los poemas son luminosos y conmovedores, estamos leyendo la espera, la lejanía entre esos dos.

Yo ni loco me animaría a publicar los poemas que le escribí alguna vez a la chica con la que salía. Elián no solamente es valiente sino que también se hace cargo de que lo sentimental sea literatura, y vivirlo a través de sus palabras no es como leer un diario íntimo: no se conforma con contar cómo conoció a Emilia y andar gritando que está enamorado, sino que se empeñó en construir un registro vivencial - por momentos genialmente absurdo - de las pequeñas sensaciones, pequeñas escenas, pequeños diálogos sorprendentes que nos hacen ver lo particulares que son las relaciones a la distancia.

Esos dos se leen libros por teléfono, comparten rituales para sentirse más cerca - como tallar promesas con cuchillo en las frutas -, se guardan pequeños recuerdos como hojas secas, semillas, jabones artesanales, fotos. Y en un momento Elián escribe: “No sé si sabías, pero escribo los libros / que me gustaría leer”.

Tendríamos que dejar de robar con el amor romántico por lo menos dos años, pero eso es algo que pienso recién ahora: un librito de poemas (50 páginas) me costó tiempo y concentración, porque leer el amor concreto, conmovedor, real y evidente, no es nada fácil. Hace tiempo que leer historias de amor me hacen doler la cabeza, el estómago y los huesos. Así como cuando me enojo porque las parejitas que se sientan adelante de mí en el colectivo intercambian saliva sin parar. Pero esto es otra cosa: “siempre que vamos a lugares es para mirar sus colores”, “sos una linda noche que gobierna los mares del planeta” (alta frase para enviar por chat), “el mar es lo que nosotros queremos que el mar sea”, “¿sabías que cuando me mirás me inventás?”.

Si andás solx y con ganas de presionar un botón para exterminar la vida en el planeta Tierra, este libro no es para vos. Aunque también, porque es un desafío. Otra vez: el arte de contar historias es el arte de seguir contándolas (¿viviéndolas?). Otra vez: escribimos los libros que nos gustaría leer.

***

¿Alguna vez se te ocurrió unir

todos los lunares de tu cuerpo

con una birome?

Dijiste que una vez de niña intentaste pero

que apareció tu hermano

y te interrumpió y no pudiste terminar.

Cuando nos veamos vamos a intentarlo juntos.

Con una lapicera negra despacio vamos a formar

la constelación que está encriptada en nuestros cuerpos,

uniremos tus lunares con los míos

mientras pensamos en estrellas.

O mejor: abandonemos cuando vayamos

por la mitad del trazado,

que eso pase porque no aguantamos

nuestros cuerpos desnudos sin tocarnos.

***

Elián del Mestre es escritor y editor de Paraná. Coordina clínicas y talleres literarios. Partició en el programa nacional Escena Pública del Ministerio de Cultura de la Nación (2017). Fue ganador del premio FEICAC (2018). Trabaja como abogado. Publicó “El libro que no fue jueves” (2010), “Pulóver” (2014), “Así conocí una Rom” (2017), “Sergio” (2017), “Tal vez mañana mariposas” (2017), “Dame la mochila” (2018) y “Después de los pájaros” (2018).

(*) Escritor

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