Así funciona el comedor universitario
Con un total de 4.000 menúes por semana, el servicio recibe a estudiantes que en su mayoría vienen del interior, aunque no logra cubrir el total de la demanda.





DEL INTERIOR. Fabricio Ramírez, de Orán, y Leonela Navas, de Jujuy, coinciden en que el servicio es bueno, aunque el espacio es poco. FOTO LA GACETA/ CELINA ALBERTO.
Unos 800 alumnos de la UNSa almuerzan de lunes a viernes en el comedor universitario, una institución dentro de la institución, y que desde fines de 1980 funciona como servicio para estudiantes que en su mayoría llegan del interior.
La cifra semanal llega a las cuatro mil comidas y sin embargo no logra cubrir el total de la demanda, que este año alcanzó los cinco mil inscriptos.
Oscar Salse, a cargo del funcionamiento administrativo del comedor, explica que la capacidad de producción es limitada y no logra abastecer al total de inscriptos que están en condiciones de recibir el beneficio, de acuerdo a lo que consigne la comisión de becas.
Los menúes son gratuitos para casi 150 estudiantes y el resto se distribuye entre alumnos que pagan un peso o cinco pesos, de acuerdo a lo que establezca el sistema de asignación que subvenciona la universidad. El costo del menú, sin contar la mano de obra, fue de 15 pesos en el primer trimeste del año, aunque Salse estima que el valor actual es mucho mayor por la inflación de los últimos meses.
Entrada, sopa, pan y postre es el formato estandarizado, diseñado por Mónica Camacho, la nutricionista que hace 20 años supervisa el funcionamiento de la cocina y planifica los menúes. La ejecución está a cargo de siete cocineros que se reparten las tareas, junto a otros tres empleados que se encargan de la limpieza.
La capacidad del salón es para 300 comensales, que se turnan entre las 12 y las 14.30 para que puedan comer los 700 alumnos que van a comer todos los días, mientras otros 100 eligen llevarse la comida en bandejas descartables.
"Para armar un menú tengo en cuenta las recomendaciones nutricionales de la población de la UNSa, que es de unas 2500 calorías, y acá les damos el 40 por ciento, que son unas 1200 calorías", explica Camacho. Entre las particularidades del asunto está también los gustos de los comensales, que prefieren comer carne, que les gusta la comida casera y las sopas con pinta de guiso. "Cuando pusimos las marmitas de sopa usábamos los caldos, pero nos empezaron a pedir que les pusiéramos más vegetales o carne, así que las reforzamos", cuenta y agrega que el comedor no puede contemplar casos de alimentación especial, como celíacos, o dietas sin sal o con otros requerimientos.
Entre los platos favoritos está la lasagna del comedor, una receta que inventaron y que es la más pedida de las opciones. La característica de la versión es que incluye humita entre las capas de panqueques, alternado con el salteado de carnes y verduras, con salsa blanca y roja. Pizza, pasta, pollo, pescados, milanesas y ensaladas son variables que siempre vuelven, aunque la idea es que siempre haya algo diferente en la bandeja.
"Es un servicio muy útil porque nos ahorra mucho tiempo de cocinar. Salimos de clase y tenemos la comida lista", dice Frabricio Ramírez, estudiante de agronomía y oriundo de Orán. Leonela Navas, que estudia para ser contadora, coincide con su compañero de mesa pero se queja del poco espacio disponible en las mesas, que obliga muchas veces a levantarse en mitad de la comida para que pase el que llega o se va.
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