La fe, a pesar de todo

Vino desde El Quebrachal para agradecer al Señor y la Virgen por una situación muy dolorosa.

14 Sep 2014
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FE QUE SE RENUEVA. Daniel Leiva, en la entrada de la Catedral. FOTO LA GACETA.

El Milagro tiene estas historias mínimas, que sólo pueden generar respeto. Historias como la de Daniel Leiva. Es fácil distinguirlo. Son las 19 y cientos de fieles rezan con sus novenas entre las manos y no faltan los curiosos que sacan fotos a los peregrinos que acaban de llegar de Cachi, y los turistas y más fieles. Pero a Daniel Leiva se lo distingue porque está en medio de todo eso estático, petrificado frente a los escalones, como si no pudiera creer que al fin ha llegado. Comenzó a pedalear a las cuatro de la mañana y acaba de terminar de recorrer, en soledad, los 277 kilómetros que separan El Quebrachal con la Capital salteña.

“Vine para darle las gracias al Señor y a la Virgen del Milagro”, dice y su voz se quiebra cuando explica qué vino a agradecer: que su hermano falleciera sin sufrir mucho.

Cáncer. Eso que podría haber destruído la fe de cualquiera (una enfermedad tan impredecible como implacable), lo ha vuelto aún más creyente.

Cuando dice que su hermano tenía leucemia y que pasaba por dolores increíbles su voz se termina de cortar y llora. Sus ojos se cierran pero quiere seguir hablando. “También quiero agradecer al Señor y la Virgen la salud de mis hijos, de mis seres queridos”, afirma, con la voz aún entrecortada.

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