Con algunas modificaciones, buscan que la Ley de Trombofilia vuelva al Senado

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Foto ilustrativa

La ley que plantea la detección precoz de la enfermedad que provoca pérdidas de embrazados fue vetada el año pasado.

30 Abr 2017

Sergio tiene un año y cuatro meses. Mientras su mamá habla por teléfono, se lo escucha conversar y jugar. Su llegada cambió por completo la vida de sus papás, que lo buscaron durante seis años. El camino fue difícil. Les enseñó que no hay que paralizarse frente al miedo y que el dolor fortalece. A Daniela, su mamá, le diagnosticaron trombofilia hace tres años después de haber perdido cuatro embarazos. “Si hubiera sabido que tenía esta enfermedad habría tomado más precauciones para buscar un bebé”, sostiene la mujer de 38 años, que se manifiesta a favor de la Ley 27.335 impulsada por la Asociación “Trombofilia y embarazo” para la detección precoz aprobada en noviembre del año pasado fue vetada apenas un mes después. Ahora el proyecto fue reformulado y buscan que vuelva a tratarse en el Senado. 

La enfermedad volvió a tomar estado público luego de la actriz Florencia Peña contara que la padece y que está realizando un tratamiento para llevar adelante su tercer embarazo.

Cuando sintieron que tenían la estabilidad emocional y económica necesaria, Daniela y su marido comenzaron a buscar un bebé. Ella tenía 30 años. Quedó embarazada rápido pero a las 14 semanas se interrumpió la gestación. “En la segunda ecografía no se sintieron los latidos del corazón del bebé y el médico me dijo que lo había perdido. Fue muy duro para nosotros porque nos habíamos ilusionado mucho”, cuenta Daniela.

Pese al dolor, la ilusión de la pareja por ser padres siguió intacta. Decidieron que lo iban a intentar las veces que fuera necesario antes de pensar en la posibilidad de alquilar un vientre o adoptar. Ella no sabía que tenía trombofilia. “Fuimos a un centro especializado donde hice un tratamiento a través del coito programado, en el que el médico me controlaba los días de ovulación y me decía cuando era el día indicado para tener relaciones. Al año quede embarazada de nuevo pero volví a perderlo a las 12 semanas”, recuerda. “Con esa experiencia comenzamos a hacernos cada vez más fuertes”, remarca.

Tras dos intentos frustrados, el siguiente paso fue la inseminación. “Tuve un embarazo fuera de útero y terminé por primera vez en el quirófano. Después vino un embarazo anembronario, cuando el óvulo fecundado se implanta en el útero pero no se desarrolla. En total fueron cuatro intentos y de todos los casos”, destaca Daniela.

El diagnóstico llegó dos años después de la cuarta pérdida cuando un obstetra le recomendó que haga una consulta con un hematólogo. “Me hice estudios y me diagnosticaron trombofilia. En ese momento me bloquee. No entendía nada porque me consideraba una mujer sana. El médico me explicó que la trombofilia era la causa de todas las pérdidas de embarazos”, explica.

Consciente de lo que sucedía en su cuerpo, Daniela se preparó para una fertilización in vitro pero quedó embarazada de manera natural. “Apenas me dio positivo el test el hematólogo me recetó heparina (anticuagulante) en dos dosis inyectables cada 12 horas. Mantuve la medicación, en diferentes dosis, durante todo el embarazo hasta que nació Sergio. Los tres primeros meses fueron complicados pero después tuve un buen embarazo. Me acostumbré a las inyecciones. Acepté mi enfermedad y me hice cargo”. Daniela tuvo en embarazo tranquilo y Sergio nació sano. Hoy tiene un año y cuatro meses, y sus papás planean darle una hermanita o hermanito.

“El análisis de sangre para detectar la trombofilia sale $2500. Algunas obras sociales lo cubren y otras no. El estudio se tiene que hacer en dos oportunidades por lo que el diagnóstico sale $5000 en total. Ambos se realizan con un intervalo de 8 a 12 semanas y tienen que dar positivo para medicar”, explica médica ginecóloga, Florencia Herrera.

En el caso de Daniela, su obra social –privada- reconoció los estudios y también las dosis de heparina que, según cuenta, la conseguía a través de un laboratorio en Tucumán. “El costo de la heparina depende la graduación que necesite cada mujer. Una caja trae diez ampollas y sale $2000, por ejemplo”, cuenta Daniela.

La ley fue vetada el año pasado

El año pasado, la Asociación “Trombofilia y embarazo” impulsó una ley para que las mujeres fueran estudiadas y evitar que el diagnóstico llegue luego de varias pérdidas de embarazos. Pedía, por ejemplo, que en la primera visita al ginecólogo se pidan los estudios, y con el diagnóstico en la mano, se decida cómo proceder. La legislación fue vetada.

Por aquel entonces, el Gobierno Nacional, a través del Ministerio de Salud y con la adhesión de Grupo Cooperativo Argentino de Hemostasia y Trombosis (CAHT) como de la Sociedad Argentina de Hematología (SAH), explicó que el motivo del veto se debía a que “el estudio temprano, aun en edad pre fértil y fértil en mujeres asintomáticas está desaconsejado”.

En este sentido, Florencia Herrera le explicó a LA GACETA que “para la ciencia la trombofilia no está dentro de las primeras causas de aborto. Como una mujer puede perder un embarazo y no tener patologías, la ciencia considera que tiene que esperar a que tenga dos o más pérdidas para hacerse los estudios”.

Reformulada, desde "Trombofilia y Embarazo" buscan que la ley vuelva al Senado. Lo que se plantea en el nuevo proyecto no es estudiar a todas las mujeres sino que los médicos hagan preguntas que ayuden a descartar una trombofilia antes de que pasen por una pérdida. Por ejemplo, si alguien de la familia tuvo un ACV, una trombosis venosa profunda o preclamsia.

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