Así se vive en los principales pasos fronterizos de la provincia

Aguas Blancas y Salvador Mazza están en la agenda nacional por el narcotráfico. ¿Cómo son realmente estos pueblos? ¿Qué opinan los pobladores de las propuestas nacionales? Radiografía de la Salta que pocos conocen.

05 Sep 2015

Pasan como hormigas. Van, vienen con sus carros vacíos y se vuelven a ir empujando las cargas de arroz, harina, y papel higiénico y aceite y agua. Así es el paso fronterizo legal de la frontera entre la localidad salteña de Aguas Blancas y Bolivia: decenas de carreros, incluyendo a veces niños, que se ganan la vida transportando mercadería. La mercadería cruza el río que separa los países con unos barquitos: 10 pesos de ida, 10 pesos de vuelta cobran. Son unas diez embarcaciones, todas con nombres casi míticos, como El Apolo, El Titanic, que acarrean unas seis personas y sus mercaderías, todo el día. Llegar a territorio boliviano no lleva más de unos minutos. En un día normal, hacen 50 viajes en estas naves: 


A unos doscientos metros del lugar pasan otras embarcaciones, se los denomina “gomones” porque flotan gracias a gomas, y son las que ingresan mercadería al país. Los oficiales de gendarmería que custodian la frontera solo miran. “Custodiar” es solo un decir: nadie se mete con esos bagayeros.

Aguas Blancas posee 2.395 habitantes y recién a fin de año tendrá su primer intendente. No hay ni una plaza, incluso carecen de médico en la salita: es un pueblo dedicado enteramente al comercio. En las puertas de las casas se improvisan mesadas con todo lo que se puede vender al por mayor, productos que luego los carreros llevarán hasta el otro lado del río por $60. Antes cobraban $100; pero la llegada de carreros bolivianos, que habían empezado a trabajar en este lado de la frontera, obligó a los argentinos a modificar la tarifa.


A metros de la aduana hay, también, pequeños kioskos en los que se consigue jugo de melón ($6 el vaso), empanadas fritas (3 x $7) e incluso hay un pequeño lugar donde los creyentes le prenden una vela a una figura de la Virgen del Valle.

Cuando el lunes 24 de Agosto el candidato a presidente Sergio Massa visitó el pueblo se generó una tensión evidente, entre los trabajadores de migraciones, aduana, gerdármenes, comerciantes del pueblo y los mismos carreros, para quienes ir y venir por la frontera es lo que mantiene a ese pueblo en pie. Ante las cámaras de los canales nacionales, Massa habló de la porosidad de la frontera, del paso de droga, de la necesidad de incluir a las Fuerzas Armadas en la custodia de esos lugares, y así tener a 75 mil hombres más vigilando la frontera. Mientras Massa hablaba ante los micrófonos, a su alrededor empezó a sumarse gente, que no dudó en hablarle y darle su punto de vista: no es lo mismo contrabando que narcotráfico.

Mientras Massa esperaba, ese día, la entrevista de un canal porteño, una mujer se acercó a contarle que había quedado viuda hace un mes: su esposo era un bagayero, que cayó en una corrida por mercadería. Con una polera negro como luto, no fue a pedir más gendármenes, sino que se construya un camino seguro para que los bagayeros puedan llevar sus carros seguros. “No hace ni un mes que murió mi marido ahí – dijo la mujer y señaló el paso custodiado- no tiene baranda, no tiene un cordón y ahí es donde se desvían los carros. Entonces todo eso queremos que vean”, dijo. Y también habló de las necesidades del pueblo: “No tenemos médico, no tenemos una camilla, no tenemos una ambulancia, por lo menos la camilla, no puede ser que nosotros hayamos tenido que usar un tablón del embarcadero tenemos que levantar a los enfermos… usted entra a la salita y está todo vacío”, dice la mujer. En un momento del diálogo la mujer le pidió disculpas por tocarle la camisa con sus manos negras, sucias, de tanto trabajar.

Massa escuchó, de las personas que lo rodeaban, un nuevo verbo: “bagayear”. Escuchó, sobre todo, a los que bagayean. Minutos después, cuando habló con LA GACETA, trazó una distinción en su discurso: “a lo que nosotros tenemos que apuntar es a formalizar ese trabajo. El bagayero lo que demuestra es que hay un área de comercio, informalmente libre, y que lo que tenemos que hacer es darle un marco legal y protegerlo, por eso planteamos en todas las áreas fronterizas zonas aduaneras extendidas, para terminar con el contrabando, por un lado, y por otro lado para orientar el esfuerzo de todo lo que es Aduana y problema de frontera en la lucha contra el narcotráfico”, dijo.



En el camino que une Aguas Blancas con la capital de Orán, el paisaje está atiborrados de autos viejos que llevan, apilados sobre sus techos y baúles, mercadería que llega a duplicar el volumen del vehículo.

Salvador Mazza, la otra frontera 

Tiene solo 24.647 habitantes; pero el nombre de este municipio no para de estar en las noticias: un intendente encontrado en un prostíbulo y que está acusado de trata de personas, asesinatos y violencia y, sobre todo, grandes operativos en los que se secuestra toneladas de cocaína.

Alcanza con ver los hechos que se conocen en la Capital para tener un panorama de lo que allí se vive:

En tres meses se desbarató casi una tonelada de droga en Salta

Encontraron una beba abandonada en la vereda

Un joven de 14 años encontró dos ladrillos de cocaína

Secuestraron 135 kilos de cocaína en el norte de Salta

Aparece muerta en Bolivia una joven desaparecida en Salvador Mazza


Son tan comunes estos titulares que ya no llaman la atención. La noticia que sí sorprendió a muchos fue cuando se conoció que en esa zona de frontera los narcos, bagayeros y contrabandistas tenían una santa protectora, a la que le rendían cristianos homenajes para ser protegidos en sus misiones. Esto sucede en la frontera con Bolivia, cerca de Salvador Mazza. En la tumba de “Almita desconocida” todos los que deben venir a la Argentina con una misión se detienen a dejar un ramo de flores a la Almita, porque, afirman, cumple con todo lo que se pide.


La frontera en algunos aspectos tiene sus márgenes desdibujados. Cuando LA GACETA arribó al lugar para chequear cómo se desarrollaban las últimas elecciones provinciales descubrió que muchos ciudadanos, con doble ciudadanía, votarían en ambos lados de la frontera. Una mujer nacida en Yacuiba hace 44 años contó, en esa ocasión, que hace más de tres décadas se dedica al comercio en la frontera y que estaba más interesada en la propuesta de los candidatos salteños y por eso participaría de las elecciones. “Escuchamos mucho la radio para conocer las propuestas. Voto en Salvador Mazza y el domingo voy con mi familia, que también vota. Yo soy de aquí nomás. No he residido nunca en Salta. Mi esposo sí vivía allá pero yo soy boliviana”, dijo.



El Facebook oficial de la Municipalidad de Salvador Mazza de alguna manera trata de dar a conocer los aspectos positivos de la gestión, aunque algunos de los hechos difundidos también den cuenta de las carencias que padecen los ciudadanos. Algunos de los últimos posteos son: fotos de la elección de la reina, información sobre los planos terminados para la construcción de un destacamento policial y hay otra publicación que informa sobre el hallazgo de un perro muerto, que tendría rabia. En el texto se detalla que la dirección de bromatología extrajo el cerebro para que se lo analizara.

Así se vive -y se muere-  en Salvador Mazza.

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